Arzobispo de Puerto Rico: Preocuparse por los seres queridos

Destaca corazón de pastor de Francisco

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El Santo Padre, en su homilía en ocasión de la Santa Misa con la que ha iniciado su ministerio petrino, invita, no solo a los creyentes, sino a todas las personas de buenas voluntad, a todos los que ocupan puestos en el ámbito económico, político o social, a vivir como custodios, a comportarnos como protectores, como guardianes de todo lo creado.

Para ello, nos propone el ejemplo de San José, a quien Dios le confía la misión de ser custodio de María y de Jesús, custodia que luego se alarga a toda la Iglesia.

Nos dice el Papa que José llevó a cabo su misión de custodio con amor, dedicación, empeño, esmero, tanto en momentos serenos como difíciles. Para ello fue atento a Dios, abierto a sus signos, disponible al proyecto de Dios y no al propio, dejándose guiar por Dios.
 
Hoy, el Papa Francisco nos invita ser custodios: primeramente custodiar a Cristo en nuestras vidas, luego se nos invita a ser custodios de los dones que Dios nos ha dado, a ser custodios de la belleza de la creación, custodio de las criaturas y de su entorno, y a ser custodios del prójimo.
 
El santo padre nos señala con su corazón de pastor, en qué consiste verdaderamente nuestra vocación de custodiar: custodiar es preocuparse por la gente, preocuparse por todos, especialmente por los más frágiles y débiles, es preocuparse por los seres queridos, es vivir en la sinceridad, en el respeto y en la confianza.

Pero, para ser custodio de lo creado y del prójimo, antes tenemos que ser custodios de nosotros mismos: “custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón porque ahí es de donde salen las buenas intenciones y las malas: las que construyen y destruyen.” Es decir, a formar nuestras conciencias en conformidad con su Palabra.

 
Esta hermosa homilía del Papa Francisco anima a la Iglesia a vivir apoyado en la esperanza contra toda esperanza. En fin, el Papa nos asegura que será un fiel custodio de las ovejas y rebaños a él encomendadas. Ahora, nos resta a nosotros, en un gesto de amor recíproco, orar por su ministerio para que sea un faro de esperanza que alumbre nuestro caminar en la Nueva Evangelización.

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ZENIT Staff

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