He escuchado la homilía de la Santa Misa de inauguración del ministerio del papa Francisco con profunda emoción. Nos evocó la figura discreta de san José, partiendo de su vocación de custodiar, para ampliar nuestra mirada a la amplitud de toda la creación y para abrir nuestro corazón hasta lo profundo de la presencia de Dios, que ha mostrado su ternura y su bondad en Jesucristo.
Evocando la vocación de san José a través del tema central del custodiar, el papa da respuesta a la pregunta de Caín en el libro del Génesis: «¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?». Y es abriéndose a la presencia de Dios, que nos pregunta: ¿qué has hecho con tu hermano?, para que entendamos nuestra vocación de ser guardianes no solo de nuestros hermanos y hermanas, sino de toda la creación.
Y las dos palabras con las que vuelve en la homilía para definir este custodiar son: bondad y ternura.
Estas palabras me conmovieron mucho porque se hacen eco de muchos actos de bondad y ternura, sorprendentes en su sencillez y espontaneidad, que han caracterizado la presencia del papa Francisco entre nosotros en estos primeros días después de su elección.
Si la vocación de custodiar en la bondad y en la ternura es propia de cada persona, tanto más lo es para cada cristiano, y especialmente para aquellos que son ordenados para ser buenos pastores de sus hermanos y hermanas en la Iglesia.
Solo podemos rezar para que este aspecto mencionado en la homilía inicial, pueda desarrollarse en la sinfonía de todo el ministerio del papa Francisco y extenderse a toda la Iglesia para la vida del mundo, y el gozo de los más pequeños.
Mons. Jean Dumon
Secretario General de la Pontificia Obra San Pedro Apóstol