Me resulta extraño que haya tantas personas que digan que las redes sociales son una realidad virtual que nada tiene que ver con la vida. ¡Por favor! Los que nos movemos en ellas con fluidez y asiduidad hemos experimentado, y lo seguimos haciendo cada día, que ¡son como la vida misma! Uno no tiene más que asomarse a estos lugares de encuentro y echar un ojo a lo que se mueve, a quiénes se pasean y a las relaciones que se establecen. Voy a poner un ejemplo de rabiosa actualidad y muy pastoral.

Estamos en tiempo de Pascua. Todos los que seguimos a Jesús celebramos con alegría que Jesús ha resucitado, que está vivo, que ya no hay motivo para la desesperanza ni para la tristeza. La luz vence a la oscuridad, la vida a la muerte. Jesús nos ha salvado. ¿Qué tienen que ver las redes sociales con la Resurrección?

Me gusta vs. Compartir o Favorito vs. Retweet

Hay personas en la vida, como en las redes sociales, que no son de implicarse demasiado. No quieren aislarse y se relacionan a su manera pero no generan mucha vida alrededor. Son los asiduos al “me gusta” de Facebook o a los favoritos de Twitter. Personas que acumulan experiencias, que leen todo, que van a todo, que se apuntan aquí y allá, coleccionistas de sentimientos, de emociones, de momentos, de fotografías, de recuerdos. Ahí están, presentes a su manera. Leyendo lo de todos y quedándoselo para ellos, acumulando talentos, enterrando tesoros y guardando perlas. Seguro que tienen razones para ello que el Señor conoce. Tal vez hay algo que les impide gritar, mostrarse, lanzarse al vacío… Tal vez no somos capaces de entender que detrás hay mucho más y los ciegos somos los demás… Si eres una de estas, me gustaría escucharte en silencio, abierto a tu verdad.

Hay otros que no se aguantan, que entienden que la vida no es sólo de uno y que cuando uno se encuentra un tesoro, vende todo lo que tiene por ella. Son personas multiplicadoras, generadoras de corrientes, de movimiento… Son testigos del bien, Magdalenas que corren a anunciar que se han encontrado con el Maestro, cojos y ciegos que cuentan su milagro porque será germen de la fe de otros… Son personas que entienden la vida en comunidad, coherentes con su apuesta de formar parte de algo más grande que sí mismos.

No sobra decir que las herramientas de social media que calculan el nivel de influencia de cualquiera en la red, valoran respuestas, retweets, comentarios… participación activa. Jesús, que sabía también un rato de social media, es lo que le pide a la Magdalena y a las mujeres, y luego a los apóstoles, que hagan: Id y anunciad. ¡No llega con que vosotros sepáis la Buena Noticia! Porque será buena y será noticia si es transmitida, propagada, anunciada… La Buena Noticia es buena si no se queda en uno mismo.

¿Amigos? ¿Followers?

Los hay amigos de todos, los que no conocen ni a sus amigos. Los de amistades escasas, profundas y cultivadas y aquellos que se rodean de conocidillos por los que no se dejarían ni pedir la hora. Están los que siguen a muchos sólo porque les siguen a ellos, los que sólo siguen a los que opinan como ellos, los que son populares y los que no son conocidos ni por su familia, casi. ¿Qué las redes sociales no se parecen a la vida? Venga hombre… Lo mejor es que también están los que conocen bien a personas desconocidas porque han puesto sus corazones a latir juntos, porque han abierto sus puertas, porque se han ofrecido a acoger y se han dejado conocer. Están los que conectan, los que hacen fuerza, los que se unen, los que construyen algo que vale la pena… Y eso es más real que muchos avatares con piernas y brazos con los que me cruzo a diario.

Y hay personas que rezan unos por otros, que viven juntos su fe, que se ayudan, que se quieren, que se escriben, que se animan, que se sostienen en la distancia… Y a mí eso me huele a un Jesús real, vivo y resucitado.

El que tenga oídos, que oiga. Si quiere, claro…

* Santiago Casanova Miralles es miembro del staff de iMisión.org