Seis mil jóvenes de todo el mundo se reunieron durante la Jornada Mundial de la Juventud 2013 en el «Centro de Convencoes Sul America» en Río para tener una reunión con el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría.
La cantidad de jóvenes que querían asistir al acto—universitarios y bachilleres, fieles de la prelatura y amigos suyos— obligó a los organizadores a duplicar esa misma mañana la disponibilidad de sitios (la sala tenía capacidad para 3.500 personas)
Entre los asistentes fueron muy numerosos los brasileños y los argentinos (800), pero también se hicieron notar representantes tanto de Oceanía como de Europa, África y Asia.
En un clima colorido y familiar, el prelado pasó con los jóvenes, que en sus respectivos países acuden a los medios de formación espiritual que ofrece la prelatura, cerca de dos horas charlando y respondiendo a las preguntas que le hacían en el auditorio.
El hilo conductor fue la invitación a seguir haciendo diariamente lo que el papa Francisco pidió el día de su elección: rezar por él y por sus intenciones. Además los jóvenes preguntaron al prelado sobre el valor de la amistad, la importancia de la confesión, el sentido del pudor y, especialmente, acerca del cuándo y del cómo descubrir la propia vocación.
La pregunta sobre el Sacramento de la Reconciliación, narra una nota enviada por la oficina de prensa del Opus Dei, fue formulada por una joven de 17 años que había llegado a Río de Janeiro procedente de Wellington, la capital de Nueva Zelanda, y que es la primogénita de una familia con nueve hijos. “La confesión es como una medicina —explicó el prelado—: cuando tienes dolor de cabeza tomas una aspirina para que se pase, aunque sepas que puede volver dentro de tres días. Algo análogo sucede con la Confesión: siempre vale la pena acudir a este Sacramento”.