El cardenal Tarciso Bertone S.D.B., en su discurso al concluir su cargo como secretario de Estado ha afirmado que «papa Benedicto XVI ha sido un reformador de las conciencias y del clero» y que «ha sufrido profundamente por los males que afean el rostro de la Iglesia y por eso la ha dotado de una nueva legislación que ataque con decisión el vergonzoso fenómeno de la pedofilia del clero, sin olvidar el comienzo de una nueva normativa en materia económico administrativa”.
Del mismo modo el cardenal salesiano ha indicado: «Veo hoy en el papa Francisco no tanto una revolución sino una continuidad con papa Benedicto XVI aunque con diversidad de acentos y segmentos de vida personal; nuestro orígenes y nuestros recorridos, como ha dicho usted, santo padre, son diferentes».
El cardenal ha indicado que «es difícil esbozar un balance completo de los siete años que he estado junto al papa Benedicto XVI y por un breve pero intenso periodo de siete meses -¡siete meses!- junto a papa Francisco». Y ha añadido que «la memoria de lo vivido es compartida con casi todos los presentes porque juntos hemos trabajado en distintas responsabilidades con dedicación y a veces con sacrificio. Y por todo os doy las gracias».
«La escucha, la ternura, la misericordia, son hechos estupendos que he experimentado personalmente con usted, santo padre, en la multiplicidad de las conversaciones, en los gestos, en las sorpresas de las llamadas, en las tareas que me ha asignado».
También ha subrayado dos aspectos que refuerzan esta continuidad: «El don del consejo espontáneo e inspirado, proyectado hacia el futuro rico de memoria y la común y ferviente devoción mariana. No hay imagen más bella que la de los papas recogidos en oración ante la Virgen de Fátima: en Fátima, en el año sacerdotal de 2010, el papa Benedicto y en Roma, ante la misma imagen en el Año de la Fe, el papa Francisco para poner a toda la Iglesia en estado de penitencia y purificación”.
El cardenal ha finalizado deseando a su sucesor que pueda “deshacer pronto los nudos que todavía impiden a la Iglesia de ser en Cristo, el corazón del mundo, horizonte deseado e invocado incesantemente”.