Si bien la caridad debe preceder todos los actos del cristiano, la indignación ante las faltas o el pecado es algo que también debe brillar en la vida del creyente.
Esta actitud de por sí loable y escasa en nuestros días, es la que se ha conocido a través de un comunicado emitido por la Conferencia Episcopal Peruana, frente a hechos que han sido objeto de la atención pública y que tienen relación con faltas contra el celibato de dos ex obispos en el país.
Reprobación y solidaridad
En el Comunicado, fechado el 16 de octubre, los obispos del Perú se lamentan y “reprueban” las conductas y comportamientos del ex obispo castrense, Guillermo Abanto y del ex obispo auxiliar de Ayacucho, Gabino Miranda, quienes han sido “suspendido y sancionado” respectivamente por la Santa Sede en los últimos meses.
Asimismo, hacen un llamado a los ex prelados a que “asuman su responsabilidad por el escándalo ocasionado a los fieles, y se sometan a la ley civil en lo que corresponda”.
El Comunicado recoge la solidaridad y cercanía de los obispos peruanos con las personas agraviadas en ambos casos “a quienes expresamos nuestro respeto, cercanía y oración, compartiendo sus sufrimientos”.
Con el fin de evitar que este tipo de conductas desanimen a la feligresía, el mensaje invita a valorar “la dedicación y el trabajo de muchos sacerdotes, religiosas, religiosos y agentes pastorales presentes en todos los lugares del país”, quienes vienen sirviendo “con una atención especial a los más pobres y necesitados”.
Habla el presidente del Episcopado
Consultado por ZENIT sobre el espíritu que movió a los obispos para emitir este Comunicado, el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, monseñor Salvador Piñeiro, reconoció que se ha publicado en un momento “difícil y triste” para la Iglesia en el Perú.
Aseguró también que los señores obispos están “muy dolidos” por lo que ha ocurrido con quienes fueron sus pares en el orden sagrado.
Sin embargo, y debido a que la vida en la comunidad debe seguir hacia adelante, Piñeiro indicó que un presbítero debe cuidar su vocación, que en la práctica es “un don y una tarea”, dijo.
“Se debe insistir mucho en la transparencia”, advirtió, reafirmando la necesidad de que el obispo sepa estar cerca del clero a su cargo, pero “no para castigar, sino para acompañar y orientar como un padre”.
Ante esta sociedad frívola y hedonista, el también arzobispo de Ayacucho está convencido de que a los futuros presbíteros se les debe formar como “servidores y no como burócratas”, e insistir en que el ministerio debe fortalecerse “con la oración asidua, el trabajo pastoral, la preocupación por los pobres y una fuerte vivencia de la fraternidad sacerdotal”.
“No es aceptable que se evite dar cuenta de los horarios o del tipo de trabajo que cada presbítero realiza. Por eso hay que acompañar a los más jóvenes en los primeros años de su presbiterado”, aconsejó al concluir.
Para leer el Comunicado completo aquí