EN CUANTO A LA FORMA
Buscar un tono ameno y sencillez en todo el discurso.
Sensibilizar cuanto más mejor los argumentos.
Evitar el peligro de hacer literatura, olvidando el carácter persuasivo del discurso.
Aplicar los diversos métodos de sensibilización (concreción, desentrañamiento, visualización, dramatización), escogiendo bien el afecto que se quiere conseguir.
No excederse en las enumeraciones o abrumar con demasiados ejemplos.
Evitar los tópicos o lugares comunes, las frases hechas.
Ante los estorbos o imprevistos (ruidos, micrófonos…) salir airosos y con humor, para controlar el nerviosismo o el enfado.
Resulta más fácil y eficaz si hablamos sin leer. Si no hay más remedio:
– Llevar los papeles a doble espacio.
– Mirar alternativamente los papeles y las caras de los espectadores.
– Tener subrayado el inicio de los párrafos o ideas más importantes.
Videos y diapositivas:
Positivo: Vale más una buena imagen que mil palabras, es verdad. El principiante se entusiasma con las ayudas visuales.
Negativo: Pero vale mucho más el mensaje mío de palabra y mi persona y gestos que todos los audiovisuales juntos. No veo los rostros del auditorio ni el auditorio ve el mío. Se dan tantos fallos técnicos. Entorpece el tránsito de los asistentes. Molesta la visión de las filas posteriores. Si llevas estos videos, llega antes y ensaya bien todo primero.
En las imágenes:
Es mejor pocas pero bien selectas.
Deben ser oratorias y no meramente literarias.
Estén llenas de colorido y dinamismo.
Sacarlas del ambiente o mundo del auditorio.
Sean incisivas para que se graben en los oyentes.
Anécdotas:
Usarlas con discreción.
No convertir el discurso en una sarta de citas, anécdotas e imágenes.
Escogerlas bien, de forma que no sean un cuerpo extraño en el discurso sino que estén bien integradas con el fondo.
Mezclar bien las anécdotas y citas con el fondo para que no se vayan alternando bloques amenos con bloques pesados sino que resulte homogéneo el conjunto.
Evitar anécdotas demasiado crudas o menos aptas para un orador sagrado, pues podrían resultar contraproducentes.
Evitar casos que se presten a polémica entre los oyentes.
Decir el autor de la cita cuando su autoridad apoye nuestra ideas.
Exordio:
– Que esté muy unido al discurso (“ex visceribus rei”).
– Buscar el interés y la claridad.
– Tocar en él el problema del oyente para que se sienta aludido.
– Tratar de despertar inquietud y deseo de escuchar el resto, pero de una forma atractiva y no extravagante.
– Ser original pero sin rarezas ni vulgaridades.
Peroración:
– Recapitular brevemente el discurso.
– Procurar dar una frase breve y clave, a manera de consigna, para que el oyente se quede con la idea central del discurso.
– Sea sencilla y clara y fácil de recordar esa frase. Procúrese repetirla varias veces para que se les grabe, sin cansar al auditorio.
Cualquier duda o sugerencia, comuníquese, por favor, con el padre Antonio Rivero a este email: arivero@legionaries.org