Papa Francisco recibió a los miembros de ese organismo de la Curia Romana en audiencia privada Foto: Vatican Media

Cercanía y compasión: el estilo para acompañar víctimas de abusos señalado por el Papa

Discurso del Papa a miembros de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 07.03.2024).- La Pontificia Comisión para la Protección de Menores tiene su Asamblea Plenaria. En ese contexto, el Papa Francisco recibió a los miembros de ese organismo de la Curia Romana en audiencia privada y les ofreció un discurso. El discurso fue leído por uno de los colaboradores del Papa debido a que el Papa continúa enfermo de la garganta. A continuación la traducción al español de las palabras del Papa realizada por ZENIT:

***

Me complace darles la bienvenida a su Asamblea Plenaria. Os agradezco sinceramente vuestro trabajo, que es muy importante, y también vuestro testimonio personal y colectivo.

En efecto, muchos de vosotros habéis dedicado vuestra vida a atender a las víctimas de abusos: es una vocación valiente, que nace del corazón de la Iglesia y la ayuda a purificarse y a crecer. En los últimos diez años, vuestra tarea de ofrecer «consejo y asesoramiento, y también de proponer las iniciativas más adecuadas para la protección de los menores y de las personas vulnerables» (Praedicate Evangelium, art. 78) se ha ampliado considerablemente. Se ha vuelto más definida, ya que os he pedido que os concentréis en ayudar a hacer de la Iglesia un lugar cada vez más seguro para los niños y los adultos vulnerables. Me alegra ver que estáis hoy aquí en tan gran número, así como escuchar las novedades sobre vuestras actividades. Os animo a continuar en este servicio, con espíritu de equipo: tendiendo puentes y colaborando para que vuestra atención a los demás sea más eficaz.

Habéis dedicado tiempo y esfuerzo a completar el Informe Anual sobre Políticas y Procedimientos de Salvaguarda en la Iglesia, que os he pedido que preparéis. No debe ser simplemente un documento más, sino ayudarnos a comprender mejor el trabajo que aún tenemos por delante.

Ante el escándalo de los abusos y el sufrimiento de las víctimas podemos desanimarnos, porque el reto de reconstruir el tejido de vidas rotas y sanar el dolor es grande y complejo. Pero nuestro compromiso no debe decaer; es más, os animo a seguir adelante, para que la Iglesia sea siempre y en todas partes un lugar donde todos puedan sentirse en casa y cada persona sea considerada sagrada.

Para vivir bien este servicio, debemos hacer nuestros los sentimientos de Cristo: su compasión, su modo de tocar las heridas de la humanidad, su Corazón traspasado de amor por nosotros. Jesús es Aquel que se hizo cercano; en su carne, Dios Padre se acercó a nosotros más allá de todo límite y, así, nos muestra que no está alejado de nuestras necesidades y preocupaciones. En Jesús Él toma sobre sí nuestros sufrimientos y carga con nuestras heridas, como se afirma en el cuarto poema del Siervo doliente en el Libro del profeta Isaías (cf. 53,4). Y también nosotros, aprendamos esto: no podemos ayudar a otro a llevar sus cargas sin ponerlas sobre nuestros hombros, sin practicar la cercanía y la compasión.

En nuestro ministerio eclesial de protección, la cercanía a las víctimas de abusos no es un concepto abstracto: es una realidad muy concreta, hecha de escucha, intervención, prevención, ayuda. Todos estamos llamados -especialmente las autoridades eclesiásticas- a conocer directamente el impacto de los abusos y a dejarnos sacudir por el sufrimiento de las víctimas, escuchando directamente su voz y practicando esa cercanía que, a través de opciones concretas, las levanta, las ayuda y prepara un futuro diferente para todos.

La respuesta a los que han sufrido abusos nace de esta mirada del corazón, de esta cercanía. No debe suceder que estos hermanos y hermanas no sean acogidos y escuchados, porque esto puede agravar mucho su sufrimiento. Es necesario ocuparse de ellos con un compromiso personal, del mismo modo que es necesario que esto se lleve a cabo con la ayuda de colaboradores competentes.

Les agradezco todo lo que hacen para acompañar a las víctimas y a los supervivientes. Gran parte de este servicio se realiza de forma confidencial, como debe ser por respeto a las personas. Pero, al mismo tiempo, sus frutos deben hacerse visibles: la gente debe conocer y ver el trabajo que hacéis acompañando la pastoral asistencial de las Iglesias locales. Vuestra cercanía a las autoridades de las Iglesias locales les reforzará a la hora de compartir buenas prácticas y verificar la adecuación de las medidas que se han puesto en marcha. Ya os he pedido que veléis por el cumplimiento de Vos estis lux mundi, para que existan medios fiables de acogida y atención a las víctimas y supervivientes, así como para que la experiencia y el testimonio de estas comunidades apoyen la labor de protección y prevención.

Sé que vuestro servicio a las iglesias locales ya está dando grandes frutos, y me anima ver cómo va tomando forma la iniciativa Memorare, en colaboración con iglesias de tantos países del mundo. Es una manera muy concreta de que la Comisión muestre su cercanía a las autoridades de esas Iglesias, reforzando al mismo tiempo los esfuerzos de protección existentes. Con el tiempo, esto creará una red de solidaridad con las víctimas y con quienes promueven sus derechos, especialmente allí donde los recursos y la experiencia son escasos.

Queridos hermanos y hermanas, gracias por vuestro sensible e importante servicio. Vuestros comentarios nos harán avanzar en la dirección correcta, para que la Iglesia siga comprometiéndose con todas sus fuerzas en la prevención de los abusos, en su firme condena de los abusos, en la atención compasiva a las víctimas y en el compromiso permanente de ser un lugar hospitalario y seguro. Gracias por vuestra perseverancia y por el testimonio de esperanza que ofrecéis. Os bendigo de corazón, rezo por vosotros y os pido que recéis por mí. 

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

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Redacción Zenit

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