Los peregrinos felicitan al Papa en la víspera de sus cumpleaños

Juan Pablo II destaca la relación con María de los seis nuevos santos

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 17 mayo 2004 (ZENIT.org).- Miles de peregrinos entonaron cantos de felicitación a Juan Pablo II por los 84 años que cumplirá este martes, durante la audiencia que concedió 24 horas después de haber canonizado a seis nuevos santos.

Los fieles, procedentes de varios continentes, acompañaron con banderas y aplausos la melodía, arrancando una expresión de alegría en el rostro del pontífice que durante el encuentro habló con voz fuerte y clara.

El Papa concedió la audiencia a los grupos de peregrinos que han venido la ciudad eterna acompañando a cinco de los nuevos santos. El pontífice ya había recibido el sábado pasado a los fieles que vinieron para participar en la canonización de Luigi Orione (1872-1940), sacerdote, fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia y de la Congregación de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad.

En la audiencia, el Papa evocó algunos de los aspectos más destacados de la vida y del testimonio de los nuevos santos, subrayando en todos un común denominador: «la filial devoción a la Virgen María».

Al recordar a Annibale Maria di Francia (1851-1927), sacerdote italiano, fundador de la Congregación de los Padres Rogacionistas del Corazón de Jesús y de las Hermanas Hijas del Divino Celo, explicó que «se honraba de llevar desde el Bautismo el nombre de la Virgen, a la que le gustaba llamar «mi mamá». Sentía una devoción tiernísima y ardiente, y la invocaba como Madre de la Iglesia y Madre de las vocaciones».

De san José Manyanet (1833-1901), sacerdote, fundador de las Congregaciones de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José y de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret; destacó en castellano y catalán que «el «Evangelio de la familia», vivido por Jesús en Nazaret junto a María y José, fue el motor de su caridad pastoral» e «inspiró su pedagogía».

Evocó después el testimonio de Nimatullah Kassab Al-Hardini (1808-1858), sacerdote, de la Orden Libanesa Maronita; constatando que «encontró en la Madre de Dios, la Inmaculada Concepción, el modelo mismo de fidelidad a Cristo al que aspiraba»

De Paola Elisabetta Cerioli (1816-1865), religiosa, fundadora del Instituto de las Hermanas de la Sagrada Familia y de la Congregación de la Familia de Bérgamo, recordó que «en la escuela de María supo transformar el amor natural en el amor sobrenatural, dejando que Dios dilatara su corazón de madre».

Por último, propuso el testimonio de Gianna Beretta Molla (1922-1962), madre de familia y médico, quien a los 39 años aceptó el riesgo de morir para no abortar a la niña que llevaba en su seno.

«La referencia a la Virgen se repite en las cartas al su novio, Pietro, y en los años sucesivos de su vida, especialmente cuando fue ingresada en el hospital para la extracción del fibroma, sin pone en peligro la criatura que llevaba en su seno –recordó el Santo Padre–. Fue precisamente María quien le apoyó en el máximo sacrificio de la muerte, confirmando lo que siempre le gustaba decir: «Sin la ayuda de la Virgen no se va al Paraíso»».

El Papa concluyó con un consejo a los peregrinos: «Seguid sus huellas e imitadles, de manera particular la filial devoción a la Virgen para avanzar siempre en el camino de la santidad».

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ZENIT Staff

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