De este modo, el Papa propuso a estas religiosas «armonizar la dimensión contemplativa y el impulso misionero, que constituyen los dos pilares fundamentales de vuestra identidad religiosa».
«Quien permanece en contacto incesante con el Señor es capaz de responder mejor a las esperanzas de los hombres, especialmente de quienes se encuentran en dificultad. El Cristo de la contemplación es el mismo que vive y sufre en los pobres», explicó el obispo de Roma.
«Sólo quien ha encontrado personalmente a Cristo –añadió– puede hablar de Él con eficacia al corazón de los hermanos y conducirlos a hacer una experiencia tan profunda de su amistad hasta sentirse interiormente removidos y transformados».