Francisco papa, en la homilía de la celebración de la Santa Misa para la inauguración de su pontificado, se inspiró en la figura y la misión de San José, en línea con la Exhortación Apostólica del papa Juan Pablo II, «Redemptoris custos», y desarrollando sobre todo el aspecto de la «custodia».
Aunque los evangelios destacan el papel de San José como esposo y padre, con el fin de asegurar la descendencia davídica de Jesús y por lo tanto el título «Cristo», el mismo atributo evita cualquier protagonismo a José, que se destaca, de hecho, especialmente por su obediencia: «José hizo lo que el ángel del Señor», quien actúa como «guardián del Redentor.»
Y es en este modelo que la Iglesia se refleja, reconociéndolo como su «protector».
Protección y cuidado se reclaman continuamente, como el papa Francisco ha «explicado» en su homilía, indicando las características. Estas son ejercidas con discreción, humildad, fidelidad y constancia, en la cotidianidad de la casa y del trabajo. Estamos involucrados, de hecho, en un proyecto que no es el nuestro, sino de Dios.
He aquí la sensibilidad que debemos tener hacia todo lo que le rodea –los otros, la creación, la belleza–, para servir a este proyecto con disponibilidad y preparación.
La vocación cristiana es, precisamente, aquella que custodia todas las criaturas, especialmente las más débiles, con sinceridad, respeto y amor.
La responsabilidad hacia la creación se refiere al diseño de Dios que está inscrito en nosotros. Esta custodia también nos incluye a nosotros mismos, a fin de no «ensuciar» nuestras vidas con sentimientos de odio, de envidia y orgullo.
Cuidar de los demás requiere sobre todo «la bondad y la ternura»; no debemos tener miedo. El «poder» dado por Jesús a Pedro («Apacienta mis ovejas») es, precisamente, abrir los brazos para preservar la humanidad, especialmente a los más vulnerables.
Debemos cuidar con amor lo que Dios nos ha dado.
P. Tarcisio Giuseppe Stramare, OSJ
Director del Centro de Estudios Josefinos