(ZENIT Noticias / París, 04.03.2024).- El lunes 4 de marzo, la Asamblea Nacional y el Senado francés votaron a favor de incluir el aborto como un derecho constitucional. La medida pasa a formar parte de la Constitución de un país por primera vez. Tras refrendas la norma, la Torre Eiffel se iluminó con una leyenda que decía: “mi cuerpo, mi elección”.
En un comunicado publicado en la web del episcopado francés, los obispos decían: “Nuestro país se habría honrado promoviendo los derechos de las mujeres y los niños. De todos los países europeos, incluso de Europa occidental, Francia es el único donde el número de abortos no disminuye e incluso ha aumentado en los últimos dos años”.
Además de hacer un llamado a la oración y el ayuno, los obispos franceses reconocían: “Como católicos, siempre tendremos que permanecer servidores de la vida de todos y cada uno, desde la concepción hasta la muerte, artesanos del respeto a cada ser humano, que es siempre un don dado a todos los demás, para apoyar a quienes eligen conservar a su hijo. incluso en situaciones difíciles – y estamos buscando nuevas maneras de hacerlo – rodear con nuestro respeto y nuestra compasión a quienes han recurrido al aborto. Pidamos gracia con humildad y urgencia. Sobre todo, recemos para que nuestros conciudadanos redescubran el gusto por la vida, por darla, por recibirla, por acompañarla, por tener y criar hijos”.
Organismo de la Santa Sede también se pronuncia
Por su parte, la Pontificia Academia para la Vida, emitió una nota en la que decía:
Sobre el tema de la inclusión en la Constitución francesa de la garantía de la libertad de las mujeres a abortar, la Academia Pontificia para la Vida apoya la posición de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF).
El 29 de febrero, la CEF reiteró que «el aborto, que sigue siendo desde el principio un atentado contra la vida, no puede contemplarse exclusivamente desde la perspectiva de los derechos de la mujer». Lamenta que en el debate iniciado no se hayan mencionado medidas de apoyo para quienes desean conservar a su hijo».
La Pontificia Academia para la Vida reitera que, precisamente en la era de los derechos humanos universales, no puede existir el «derecho» a quitar una vida humana.
La Pontificia Academia para la Vida hace un llamamiento a todos los gobiernos y a todas las tradiciones religiosas, para que hagan lo posible para que en esta fase de la historia, la protección de la vida se convierta en una prioridad absoluta, con pasos concretos en favor de la paz y la justicia social, con medidas eficaces para el acceso universal a los recursos, a la educación, a la salud. Las particulares situaciones vitales y los difíciles y dramáticos contextos de nuestro tiempo deben ser afrontados con los instrumentos de una civilización jurídica que mira ante todo a la protección de los más débiles y vulnerables.
La protección de la vida humana es el primer objetivo de la humanidad y sólo puede desarrollarse en un mundo libre de conflictos y laceraciones, con la ciencia, la técnica y la industria al servicio de la persona humana y de la fraternidad.
Para la Iglesia católica, «la defensa de la vida no es una ideología, es una realidad, una realidad humana que implica a todos los cristianos, precisamente por ser cristianos y por ser humanos». (…) «Se trata de actuar a nivel cultural y educativo para transmitir a las generaciones futuras la actitud de solidaridad, de cuidado, de acogida, sabiendo bien que la cultura de la vida no es patrimonio exclusivo de los cristianos, sino que pertenece a todos aquellos que, trabajando en la construcción de relaciones fraternas, reconocen el valor propio de cada persona, incluso cuando es frágil y sufre.» (Papa Francisco, Audiencia general del 25 de marzo de 2020).
La política francesa Marine Le Pen señaló que el presidente Macron sólo estaba instrumentalizando el tema para distraer de los asuntos más importantes y urgentes. Y agregó: “nadie está poniendo en riesgo el derecho al aborto en Francia”.
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