La Asamblea anual de los presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa, reunidos en Bratislava del 3 al 6 de octubre, trataron temas como la diferencia entre laicidad y laicismo, la participación activa de la Iglesia en el debate político, la crisis socio económica de muchas naciones europeas y la necesidad de que los cristianos europeos tengan una acción social que manifieste su identidad de fe basada en la esperanza.
Durante estas jornadas, monseñor Duarte Da Cunha ha sido reelegido como Secretario General del Consejo de Conferencias episcopales de Europa, encargo que mantedrá otros 5 años. La Asamblea ha tenido lugar este año en Bratislava (Eslovaquia) con motivo del 1150 aniversario de la llegada de los Santos Cirilo y Metodio a la tierra eslovaca. A la reunión asistieron, entre otros, el Prefecto de la Congregación para los Obispos (Santa Sede), el cardenal Marc Ouellet y el Nuncio Apostólico en Eslovaquia, Mons. Mario Giordana.
En un mensaje enviado al cardenal Peter Erdo, presidente de la CCEE, el papa expresó su aprecio y su proximidad a la labor de las Conferencias Episcopales de Europa, en particular, por su contribución a la reflexión sobre el tema de la laicidad y la promoción de un cultura “en constante armonía que combina la fe y la razón, la verdad y la libertad”. Los presidentes quisieron agradecer al Santo Padre su enseñanza, su testimonio y su ejemplo misionero en una carta en la que expresan su profunda comunión con el Sucesor de Pedro.
El tema central de la reunión en Bratislava fue comprobar el espacio para la religión, y por lo tanto el papel de las comunidades religiosas en las sociedades de los países europeos, que se debaten entre laicidad y laicismo.
En más de una ocasión, tal y como se anuncia en un comunicado de prensa de la CCEE, los obispos expresaron la creencia de que la esperanza que tiene la Iglesia es algo que el mundo está buscando. Esta misma esperanza debe dar a los cristianos el coraje para hacer frente a situaciones difíciles con un espíritu de apertura a las preguntas de la gente, mirando primero a la misión evangelizadora de la Iglesia, la cual, siguiendo a su Señor se siente interpelada en todo aquello que atañe a la vida del hombre. No se trata de superficialidad o carencia de un juicio crítico sobre el mundo o de permanecer en aquello que se considera ámbito espiritual. Los obispos han de tratar de tener una actitud positiva y proactiva hacia la realidad y la dinámica social. En el debate salieron a la luz algunas áreas prioritarias que requieren una reflexión clara de parte de la iglesia: la cuestión de la educación, la pastoral juvenil, la pastoral familiar y el cuidado de la familia y el desempleo, especialmente entre los jóvenes.
En resumen, para los obispos, una sana laicidad garantiza la libertad de anunciar el Evangelio y la doctrina social de la Iglesia, que es la fuente de la herencia de la esperanza y humanismo en la base de la estructura de la civilización europea.
La Asamblea Plenaria reunida en la capital de Eslovaquia puso en común los retos y las cuestiones urgentes, entre los que se encuentra la cuestión de los refugiados que llegan a Europa, y ha exigido por parte de los Estados europeos, una solidaridad efectiva para que no se repitan situaciones como la que se vivieron estos días en Lampedusa; o la crisis económica en varios países de Europa que también tiene un gran impacto porque a menudo, las comunidades cristianas se encuentran con muchas peticiones de ayuda que no pueden cumplir por falta de recursos. La llamada a una mayor solidaridad entre los países ricos y pobres ha estado siempre muy presente.