El papa en San Rufino: 'Los consejos pastorales de laicos son fundamentales'

Después de almorzar en la Caritas fue al Ermitorio. En S. Rufino habló del bautismo, la familia, los matrimonios, los hijos, del saber pedir perdón a tiempo

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Concluida la santa misa el papa fue al Centro de primera acogida de Caritas, cerca de la estación de ferrocarril Santa María de los Ángeles. Allí almorzó con los pobres. 

Es una residencia con 23 lugares para pernoctar, y un comedor abierto a quien lo necesita. El papa almorzó con unas treinta personas, y le impartió una bendición a una mamá con un hijito de un mes de edad.

Acabado el almuerzo ha ido en visita privada para rezar en la celda de San Francisco en el Eremitorio de las cárceles. Allí se narra que el santo de Asís se retiraba en meditación entres los bosques, grutas y pequeñas capillas.

A las 15,30 el santo padre ha llegado a la la catedral de San Rufino, a su entrada saludó con tranquilidad a tantas personas que le esperaban en la nave de la basílica. Allí encontró al clero, a las personas de vida consagrada y a los miembros del consejo pastoral de la diócesis.

Durante sus palabras realizó muchas improvisaciones en los que se reflejaba muy bien el lado pastoral del actual pontífice, por ejemplo a los presentes subrayó la necesidad de los consejos pastorales de laicos en las diócesis así como en las parroquias. “Esto es fundamental”, dijo.

Hablando del bautismo, les preguntó a los presentes si se acordaban la fecha del mismo, y les dio como ‘tarea’ de saberlo, dado la importancia que significa ese día para el cristiano.

Recordó también cómo era lindo cuando los párrocos conocían a sus fieles, incluso que había uno que le contaba que conocía no solamente el nombre de sus parroquianos, pero también el de los perros de ellos. ¡Qué bonito!, exclamó el papa.

También dijo: ¿Si los papás solamente escuchan en la casa el telediario, de qué otra cosa van a hablar con sus hijos? Ironizó también sobre las prédicas largas, aburridas y que no dicen nada, y mirándo a los sacerdotes, sonriendo les dijo: «esto es para ustedes».

Sobre las familias y los matrimonios reconoció que muchos terminan demasiado temprano, quizás, dijo, porque no se ha logrado pedir perdón a tiempo.

“Peléense cuanto quieran, pueden volar los platos, pero nunca terminar el día sin pedirse perdón” le recomendó a los matrimonios.

Recordó que cuando trabajaba en la ciudad de Buenos Aires encontró niños que no sabían hacerse la señal de la cruz, o sea, verdaderas periferias existenciales. Y las periferias de la diócesis de Asís, podían ser personas que se encuentran cerca del centro pero lejos espiritualmente.

Al concluir, tras la bendición y oración, saludo a diversas personas presentes, incluso a un niño visiblemente en quimioterapia. A la salida de la catedral saludó diversos minutos a las personas que se encontraban en la plaza, antes de subir a la jeep abierta que le llevó a la basílica de Santa Clara.

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ZENIT Staff

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