Obispo Joan Piris: El silencio no impide la comunicación, sino la hace más fecunda

Declaraciones del presidente de la comisión de comunicaciones del episcopado español

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MADRID, Lunes 21 mayo 2012 (ZENIT.org).- La Iglesia celebró este domingo 20, solemnidad de la Ascensión del Señor, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, convocada por por el papa Benedicto XVI con el tema “Silencio y Palabra, camino de Evangelización”. Monseñor Joan Piris, obispo de Lleida y presidente de la Comisión de Medios de Comunicación de la Conferencia Episcopal Española, envió un mensaje a los comunicadores a través de la agencia de noticias de dicha entidad eclesial.

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¿Cuál es el origen de esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales?
Esta Jornada tiene su origen en el Concilio Vaticano II. El primer documento que se aprobó, en diciembre de 1963, el decreto Inter Mirifica, se refería precisamente a los medios de comunicación social y abundaba en la necesidad de utilizar y poseer medios de comunicación sobre todo para el anuncio del Evangelio en el mundo. Uno de los aspectos que proponía entonces, “para mayor fortalecimiento del apostolado multiforme de la Iglesia sobre los medios de comunicación social” (IM 18), era la convocatoria de una Jornada dedicada a los medios de comunicación, y desde 1967 se va convocando todos los años, con un mensaje del Santo Padre.

¿Qué objetivos se pretenden con ella?
Las jornadas en la Iglesia buscan ayudar al pueblo de Dios a comprender alguna de las realidades en las que se desenvuelve su condición de cristianos. En la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales se busca que los fieles conozcan mejor el mundo de los medios de comunicación, cuáles son sus instrumentos, sus recursos, sus modos de actuación, y al mismo tiempo que sepan qué obligaciones tienen ellos y que derechos tienen ante las comunicaciones sociales. Por otro lado, esta Jornada es también una oportunidad para un encuentro cercano con los periodistas que se dedican a informar sobre la Iglesia. Esa información es más completa, más eficaz y más verdadera cuando se hace desde el reconocimiento mutuo y el respeto a los ámbitos de acción, las formas y los procedimientos que tiene tanto la Iglesia como los medios de comunicación. En torno a este día son muchos los obispos que tenemos encuentros con los medios para conocernos mejor, comprendernos mejor y poder así cumplir mejor nuestra función en la sociedad.

El lema de la Jornada de este año, en su 46ª edición, es Silencio y Palabra, camino de evangelización ¿no parece un poco contradictorio con el mundo mediático en el que vivimos?
Quizá lo parezca. Es verdad. Benedicto XVI con este lema y con el mensaje que lo explica está señalando a la Iglesia el camino de la evangelización que pasa por el silencio y la Palabra. Resulta menos sorprendente si recordamos la evangelización de Jesucristo, que consiste precisamente en esto. Antes de cada una de sus grandes decisiones o de sus grandes discursos, Él se retiraba al monte a orar, en el silencio de la noche: La Palabra iba precedida del silencio. Benedicto XVI, al hablar de esto a los cristianos, está señalando también un modo de actuar valioso para los medios de comunicación: si los mensajes no van precedidos por el silencio meditativo, quedan un poco vacíos; y si no dejan paso a otros mensajes, impiden el diálogo. El silencio no impide la comunicación, al revés, la posibilita y la hace más fecunda.

Los obispos de la Comisión de Medios de Comunicación que usted preside también han elaborado un mensaje para esta Jornada, ¿en qué se centran?
En este mensaje hemos querido señalar la importancia de la comunicación para la humanización de los hombres. Casi todo lo que conocemos del mundo, de la historia, de la sociedad en la que vivimos, la conocemos a través de los medios de comunicación. Ese conocimiento nos permite tomar mejores decisiones, nos va configurando como personas interrelacionadas y permite el desarrollo de la sociedad en la que vivimos. Una sociedad sin medios de comunicación es menos libre, transmite peor el conocimiento, y por tanto es menos humana.

En este sentido, hemos querido señalar que los medios de comunicación cumplen su misión cuando acercan a los hombres a la verdad. Cuando se comunica el error, o la mentira, o el desprecio a los otros, no se produce comunicación, sino incomunicación. No se produce humanización sino deshumanización. La libertad de expresión, como es natural, tiene su ámbito propio en la verdad y su límite propio en la mentira, y nunca ampara la mentira, la calumnia o el insulto.

Por último, ¿Cómo se celebra esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales?
En España cada diócesis, cada obispo, organiza sus propias actividades de encuentro con los medios o de formación para los fieles. En este día concreto de la Jornada, en la Solemnidad de la Ascensión, la eucaristía se ofrece también con esta intención. El Concilio invitaba a los fieles a la oración por los medios de comunicación y ésta es una muestra verdadera de aprecio y de estima. También es tiempo para agradecer a las personas que trabajan en los medios de comunicación su esfuerzo y su servicio por poner al alcance de todos la verdad de lo que pasa en el mundo. En esta situación de crisis económica, son muchos los profesionales de la comunicación que están atravesando dificultades serias. En esta Jornada los tenemos en cuenta de manera especial. Las dificultades que ellos atraviesan nos afectan a todos, porque, como hemos dicho antes, sin su labor profesional y bien realizada, estamos incomunicados y la incomunicación es uno de los ingredientes de la deshumanización.

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ZENIT Staff

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