Muchas creencias a la búsqueda de una única verdad

El encuentro de Asís en la opinión de peregrinos de varias religiones

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ASÍS, viernes 28 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- Para los peregrinos de todas las confesiones reunidas en Asís, Italia, este jueves 27 de octubre, para la jornada de reflexión, diálogo y oración para la paz y la justicia en el mundo, sobre el tema “Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz”, el juicio es unánime: es “un evento histórico” y de “enorme importancia”.

Una multitud compuesta y pacífica comenzó a reunirse desde las primeras horas de una mañana húmeda y fría delante de Santa María de los Ángeles. Las fuerzas del orden y los voluntarios fueron muy rigurosos en la gestión del flujo para que nadie se quejase de las esperas o del cansancio.

El santo padre llegó en torno a las 10.30 y las aclamaciones fueron unánimes. Se alzaron gritos de alegría y alguno comenzó a gritar “Esta es la juventud del Papa”, tan popular durante la última Jornada Mundial de la Juventud en Madrid.

A primeras horas de la tarde en Asís brillaba el sol, justo cuando el papa Benedicto XVI y todos los líderes religiosos fueron de la Porciúncula a la plaza de la basílica de San Francisco.

Al encuentro, acudieron personas de toda nacionalidad y edad. ZENIT optó por recoger las impresiones del evento comenzando por los más jóvenes.

Había una escuela de Latina, segunda clase del liceo científico Ettore Majorana. “Según vosotros, llegaremos alguna vez a la paz en el mundo?”, preguntamos a tres estudiantes de quince años. “Quizás dentro de un centenar de años…”, responde aparentemente desconsolada una chica. Poco después una compañera suya de clase observa que “sin Dios todo sería más difícil porque todo dependería de los hombres”.

Nos encontramos después con un grupo de franceses, provenientes de Normandía. “Es un evento histórico que repite la misma alegría de hace 25 años –comentó uno de ellos-. Me pareció muy emocionante el discurso del santo padre, sobre todo cuando habló de trabajar por la paz, de crear una comunidad. Esta es la esperanza que da la religión”.

Entre los peregrinos, destacaban muchos voluntarios que tomaron este evento como una ocasión para el apostolado. Era el caso de una señora de Asís que comentaba: “Me siento implicada, en cuanto a creyente, porque, además de hacerme útil para la comunidad vivo de forma cercana este encuentro con el papa”.

¿Es posible hacer apostolado con quien no cree en Dios o tiene un credo distinto? “Podemos hacerlo poniendo en práctica los valores de la acogida y de la caridad –prosigue la voluntaria-. Debemos comportarnos como verdaderos cristianos todos los días de nuestra vida, transmitir la importancia de fe en la cotidianidad. La fe que se nos enseña no debe quedar como pura teoría”.

Ya había llegado el santo padre cuando nos encontramos con una joven turca cubierta con su chador: es una estudiante de la Universidad Pontificia Gregoriana. “Hemos sido creados todos por Dios –observó-. Somos todos importantes, prescindiendo de la religión y de la nacionalidad. Hay valores como la dignidad de la persona y los derechos humanos que son fundamentales para vivir en paz”.

Sobre la condición de la mujer en los países con mayoría musulmana, nuestra interlocutora islámica afirma que la cuestión “es uno de los prejuicios más comunes con respecto del Islam. A nivel teológico no veo ninguna controversia en este tema”.

En Japón, el porcentaje de los creyentes es muy bajo, sobre todo entre los jóvenes. Sin embargo, “sobre todo después del trágico suceso del tsunami del pasado 11 de marzo, mucha gente descubrió la fe y la espiritualidad”. Nos lo recuerda un joven japonés, representando a una delegación sintoísta cuyo líder estaba en la tribuna con el santo padre.

Destacaba entre la multitud el sari naranja de una monja hindú que nos dice: “Me siento muy cercana a Benedicto XVI: la jornada de hoy ha sido un gesto bellísimo, un mensaje de esperanza y de paz. Entre las palabras maravillosas que he escuchado, me ha llamado la atención particularmente la idea de un Dios que es amor. La palabra ‘amor’ nos une a todos”.

Nuestra monja hindú concuerda con el discurso de Acharya Shri Shrivatsa Goswami, representante de su religión. “He apreciado sus palabras –añade-. Es necesaria una ética sana en la gestión de la economía y en la justa distribución del trabajo, del dinero y de los recursos. Las religiones deben hacerse portavoz de este compromiso y la jornada de hoy ha sido otro paso adelante en esta dirección. También la sacralidad de la vida es un valor que cualquier fe religiosa comparte”.

Por Salvatore Cernuzio, Britta Dörre, Luca Marcolivio

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ZENIT Staff

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