JUBA, lunes 11 de julio de 2011 (ZENIT.org).- Sudán del Sur, el último Estado africano nacido el 9 de julio, está en fiesta por la declaración de independencia del Norte, pero la paz y la buena voluntad deberán ser duraderas. De lo contrario, la situación se hará aún más difícil para un Estado ya duramente probado desde sus inicios por la pobreza y la ausencia de estructuras, y de un gobierno firme.
Según los obispos de la región, aunque aún prevalece el optimismo, podría ser el desastre si no se afrontan cuanto antes los problemas principales de la nueva nación.
Monseñor Eduardo Hiiboro Kussala, obispo de Tombura-Yambio, definió el pasado sábado 9 de julio como “una jornada espléndida en la historia de nuestro pueblo”.
Refiriendo el entusiasmo que se vivía en la nueva capital, Juba, y en su diócesis, de la que el 65% de la población es católica, afirmó que la gente es “muy optimista” y con “grandes expectativas” para el futuro.
“Las celebraciones se han llevado a cabo muy bien. El hecho de que no haya habido violencias ha sido verdaderamente una bendición de Dios”, añadió.
Sin embargo, el prelado puso en guardia sobre los problemas que deberá afrontar cuanto antes, como las olas de sequía que amenazan los cultivos y las miles de personas procedentes de los campos de refugiados cerca de Jartúm, la capital de Sudán.
Las preocupaciones del obispo recuerdan sus propios comentarios en una carta pastoral difundida poco antes de la independencia, en la que afirmaba que el desafío es “inmenso”.
Hablando a la asociación caritativa internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), otro obispo sudanés, el auxiliar de Jartúm, monseñor Daniel Adwok, advirtió de la creciente amenaza de conflicto que afecta a las regiones en litigio en la frontera de Sudán y Sudán del Sur, como la de Abyei, rica en petróleo.
“No creo que el Sur permanezca inerte viendo a sus antiguos aliados pasar calamidades y otras formas de sufrimiento”, afirmó, recordando también la amenaza que representan unos siete grupos milicianos, que podrían traer inestabilidad.
“Muchos [en el norte, n.d.t.] consideran el hecho de que Sudán del Sur se haya hecho independiente como una especie de liberación, es decir, que Jartúm ahora puede hacer lo que quiere y perseguir su propia agenda sin tener en cuenta las necesidades muy distintas del Sur”.
Ambos obispos reafirman la importancia de la colaboración con las organizaciones caritativas y de otro tipo para ayudar a ambos países en este periodo de transición.