CAACUPE, lunes 6 de diciembre de 2010 (ZENIT.org) El obispo de Caacupé monseñor Claudio Giménez invitó a todos los fieles que peregrinan a este santuario mariano “a venir con un corazón abierto a recibir muchas gracias”. Así lo dijo en declaraciones al diario ABC digital en vísperas a las fiestas patronales que se celebran este miércoles 8 de diciembre.
“No creo que Dios y la Virgen se cierren a esos pedidos, porque saben demasiado bien las necesidades que tiene cada cual, que tiene cada familia y que tiene nuestro pueblo”, aseguró el prelado, vinculado al movimiento Schoenstatt.
Este año el lema de las fiestas patronales, que por estos días congrega miles de peregrinos pese al calor que azota esta parte del planeta (entre 30 y 35 grados) y las lluvias torrenciales típicas de inicios de verano, es “Una Nueva Evangelización para un Nuevo Paraguay”. Durante el novenario las homilías se están centrando en el tema de la unidad familiar.
Jóvenes
Dentro de las celebraciones de estas fiestas el pasado sábado 10.000 jóvenes peregrinaron a este santuario mariano, que este año adquiere un significado especial por el inicio de la conmemoración del bicentenario que se celebrará el 15 de mayo de 2011, así como la Jornada Mundial de la Juventud que se realizará el próximo año en Madrid.
Durante la celebración eucarística conclusiva de la peregrinación se intercambiaron la Cruz de los Jóvenes de Paraguay, que este año pasa a manos de la Diócesis de Encarnación.
«Nos reunimos para debatir qué tipo de país estamos construyendo nosotros los jóvenes, qué estamos aportando y asumimos compromisos en los colegios, barrios y comunidades. Queremos cambiar las actitudes dentro de la sociedad, por eso todos los años estamos 10 mil jóvenes en Caacupé», comentó la peregrina María Lezcano, en declaraciones al diario Ultima hora, quien explicó que estas conclusiones surgieron tras una reflexión de todo un año.
Uno de los participantes leyó el documento conclusivo cuando los peregrinos llegaron al santuario, en el que se deja ver una actitud de esperanza, “de amor y pasión por la vida que Dios nos regaló y por la vida de los demás, por la naturaleza, asumiendo nuestro discipulado misionero, porque sencillamente Jesucristo nos ha fascinado al encontrarnos cara a cara con Él”.
Por su parte Aldo Álvarez, proveniente de la diócesis de Encarnación dijo que llegar a Caacupè “es una especie de agradecimiento y de compromiso de miles de jóvenes de distintas zonas del país, que trabajan en sus comunidades».
Virgen mestiza
Caacupé es una ciudad de casi 50.000 habitantes ubicada a 54 kilómetros de Asunción, y considerada la “capital espiritual de Paraguay”.
La tradición de esta advocación mariana viene del siglo XVI cuando un indio converso guaraní corría peligro al ser perseguido por la tribu salvaje de mbayá. El prometió a la virgen que si no era atrapado por los indígenas, esculpiría una imagen suya que la veneraría.
Dice que la misma Virgen se le apareció en persona y le dijo ¡Caaguý cupe-pé!, que significa ‘¡[vete] detrás de los arbustos de yerba mate!, donde el indio se escondió. Luego talló en esta madera la imagen de la Virgen.
Los misioneros jesuitas por su parte, aseguraron que en el lugar de las apariciones brotó un manantial de agua la cual durante un verano fuerte ayudó a los indios guaraníes a sobrevivir. El padre Luis de Bolaños las bendijo y estas retrocedieron hasta sus límites actuales. Allí apareció la virgen flotando desde entonces el pueblo la llamó Virgen de los Milagros.
Algunos rasgos particulares de la patrona de los paraguayos son su rostro moreno que representa el mestizaje entre la raza guaraní y los rasgos europeos.
Los paraguayos residentes en otros países también se reúnen a celebrar estas fiestas patronales. En España, por ejemplo, es tradición que se prepare un homenaje a la Virgen de Caacupe con lecturas en guaraní, segunda lengua oficial de este país. Igualmente la asociación de paraguayos de Corea del Sur celebró una misa ayer domingo en honor a esta advocación mariana.
Por Carmen Elena Villa