ROMA, domingo, 26 julio 2009 (ZENIT.org).- La idea de que algunas personas son genéticamente inferiores y es necesario eliminarlas o evitar que se reproduzcan es una mentalidad que todavía persiste, a pesar del horror que despertó tras las atrocidades del régimen nazi.
En una reveladora entrevista publicada el 12 de julio en la New York Times Magazine, se preguntaba a la juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, sobre el aborto, entre otros temas.
Refiriéndose a la sentencia del Tribunal Supremo que abrió las puertas al aborto, Roe v. Wade, y las sentencias sobre financiación del aborto, Ginsburg comentaba: «Francamente, en la época en que se decidió sobre Roe, creo que había preocupación por el crecimiento de la población y especialmente por el crecimiento de poblaciones de las que no queríamos que hubiera muchos».
Esta asombrosa declaración no fue ulteriormente profundizado, y no dio explicaciones de qué grupos se englobaban dentro de los «que no queríamos que hubiera muchos».
En un artículo de opinión publicado el 14 de julio en el Los Angeles Times, Jonah Goldberg admitía que el texto podría interpretarse como una mera descripción de la mentalidad que se daba tras las sentencias y, por tanto, no tenemos certeza de que Ginsburg haya asumido estas ideas.
Sin embargo, continuó, es verdaderamente cierto que el impulso a favor del aborto se debió en buena parte al deseo de eliminar a los considerados no aptos. Es bien conocido, afirmaba, que la fundadora del Planned Parenthood, Margaret Sanger, «fue una racista eugenésica de primer orden».
Esterilización forzada
Hace apenas un mes se conmemoraba la triste historia de las esterilizaciones forzadas en Carolina del Norte.
Associated Press informaba el 22 de junio de que se inauguró una placa en memoria de los miles de personas que fueron esterilizadas de 1933 a 1973 porque se las consideraba mentalmente discapacitadas o genéticamente inferiores.
Según el artículo, el programa de Carolina del Norte tenía como objetivo a los pobres y a la población que vivía en las prisiones y en las instituciones del estado, entre otro. Algunas eran simplemente víctimas de violaciones. La Comisión de Eugenesia del estado todavía siguió actuando hasta 1977, después de que los enfermos mentales se pusieran bajo control judicial.
Los programas de esterilización no son sólo una cuestión de interés histórico. El 22 de junio, el periódico Guardian informaba de que en África se está obligando a ser esterilizadas a mujeres portadoras del VIH.
Según parece, se les dice que el procedimiento es un tratamiento rutinario para el sida. La Comunidad Internacional de Mujeres con VIH/Sida está preparando una demanda contra el gobierno de Namibia en nombre de un grupo de mujeres seropositivas de Namibia que han sido esterilizadas contra su voluntad.
El Guardian también informaba de que este grupo afirma que está habiendo esterilizaciones forzadas en la República Democrática del Congo, en Zambia y en Sudáfrica.
La mentalidad eugenésica está muy extendida, aunque se de forma sutil, cuando se trata de discapacitados o de quienes sufren defectos genéticos. Con frecuencia a estas personas simplemente se las elimina antes de que tengan la oportunidad de nacer.
Los tratamientos científicos prometen intensificar las amenazas para estos discapacitados. El 1 de julio el Times de Londres informaba de que investigadores están desarrollando un test genético universal para embriones capaz de detectar casi cualquier enfermedad hereditaria.
Pronto comenzarán los ensayos y el profesor Alan Handyside, de la clínica Bridge de Londres, explicaba al Times que el test será capaz de identificar cualquiera de las 15.000 deficiencias genéticas conocidas. Actualmente sólo se puede conocer el 2% de los defectos genéticos a través de las pruebas a embriones.
Bebés de diseño
El artículo comentaba que esta técnica, conocida como karyomapping, aumentará la controversia sobre los «bebés de diseño». Según parece, el test podría también utilizarse para seleccionar un embrión de un color de ojos determinado, o con genes que afecten a la altura.
No obstante, sería difícil de llevar a la práctica la comprobación de muchos genes que controlan diversas facetas del desarrollo porque serían necesarios cientos de embriones para garantizar el perfil deseado.
Ya es común la práctica de eliminar los embriones o fetos que sufren de síndrome de Down. Dominic Lawson criticaba esta tendencia en un artículo de opinión publicado en el periódico británico Independent, el pasado 25 de noviembre.
Lawson, que tiene un hijo con síndrome de Down, observaba sin embargo algunos signos de cambio. Citaba a Carol Boys, director ejecutivo de la Asociación de Síndrome de Down, que afirmaba que cerca del 40% de las madres que dan positivo en el test de síndrome de Down continúan con su embarazo.
En parte, explicaba Boys, esto tiene que ver con el hecho de que las mujeres tienden a tener hijos a una edad más avanzada. Esto significa que son más conscientes de que es posible de que no puedan tener otros hijos. Además, estas mujeres tienen carreras asentadas que les dan más confianza para enfrentarse a las presiones de los médicos para que aborten.
Según Lawson, los médicos en general tienen «una tendencia visceral a favor de la eugenesia».
«Esto no se basa en una consideración realista y actualizada de las posibilidades abiertas a quienes tienen síndrome de Down, aún menos de la felicidad que pueden y de hecho traen a las familias, e incluso a la comunidad en su conjunto», añadía Lawson.
La causa de tales actitudes se basa en el hecho de que las personas con síndrome de Down van a costar más al sistema de salud, acusaba.
Las nuevas pruebas genéticas también apuntan al síndrome de Down, anunciaba un artículo el 8 de junio en la sección online del American Spectator. Sequenom, una empresa que comercializa productos de análisis genético, ha desarrollado un nuevo test genético para el síndrome de Down.
La prueba, llamada SEQureDX, se supone que es más segura y cuidadosa que cualquier test genético prenatal anterior.
«Aunque las nuevas pruebas sean más seguras tanto para la madre como para el niño, crearán una profunda inseguridad para los bebés que den positivo para anormalidades genéticas», indicaba el artículo.
Al menos otras tres compañías están desarrollando pruebas genéticas parecidas y esperan tenerlas en el mercado antes de fin de año, indicaba el artículo.
Errores fatales
La promesa de pruebas más exactas apunta a un hecho al que no se da relevancia, es decir, que a menudo bebés perfectamente sanos han sido abortados por errores en las pruebas genéticas. Según un artículo del 16 de mayo en el periódico Guardian, la doctora Anne Mackie, directora de programas de pruebas del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, estimaba que cada año, en Inglaterra, 146 bebés sanos que no tenían ninguna anormalidad se pierden como resultado de pruebas inexactas.
Según Mackie, el 70% de los hospitales de Inglaterra todavía usan pruebas que es muy probable que den «falsos positivos», es decir, determinar un alto riesgo para las mujeres de forma errónea.
Los peligros de la eugenesia
El 21 de febrero, Benedicto XVI hablaba a los participantes a una conferencia convocada por la Pontificia Academia para la vida sobre el tema «Nuevas Fronteras de la Genéticas y Peligros de la Eugenesia».
Cada ser humano, afirmaba el pontífice, «es mucho más que una singular combinación de informaciones genéticas que le transmiten sus padres».
Debemos evitar los riesgos que implica la eugenesia, advertía el Santo Padre. Y observaba que hoy se dan «manifestaciones preocupantes de esta odiosa prácti
ca».
Explicaba que hoy «se tiende a privilegiar las capacidades operativas, la eficiencia, la perfección y la belleza física, en detrimento de otras dimensiones de la existencia que no se consideran dignas».
«El respeto que se debe a todo ser humano, incluso en presencia de un defecto en su desarrollo o de una enfermedad genética, que podrá manifestarse en el transcurso de su vida, y se penaliza desde la concepción a aquellos hijos cuya vida no se considera digna de vivirse», comentaba el Papa.
Benedicto XVI animaba a rechazar cualquier forma de discriminación como un ataque a toda la humanidad. Un llamamiento a la acción que debe despertar las conciencias de todo el mundo.
Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado