Dios no es amenaza, es amor; explica el Papa en la catedral de Aosta

Pronuncia una homilía sin papeles al presidir las vísperas sobre el poder auténtico

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AOSTA, viernes, 24 julio 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recogió esta tarde en la catedral de Aosta los miedos ante Dios que con frecuencia atenazan hoy al ser humano, explicando que en realidad en su omnipotencia se encuentra el amor que nunca abandona.

Dado que no puede escribir, a causa de su fractura de la muñeca, el Papa pronunció una homilía sin papeles en la catedral de esta ciudad de los Alpes, que se encuentra a 20 kilómetros de la localidad de Les Combes, donde transcurre sus vacaciones de verano.

Sus palabras se convirtieron en el momento culminante de las vísperas que presidió junto a unos cuatrocientos sacerdotes, religiosos y religiosas, y representantes laicos las parroquias de la diócesis.

Comentando un pasaje de la carta de san Pablo a los Romanos, el Papa explicó cómo Dios es la brújula de la vida, personal y comunitaria, pero al mismo tiempo se hizo portavoz de los miedos de contemporáneos ante su poder.

«Es verdad que nos sentimos como amenazados por la omnipotencia –reconoció–, parece limitar nuestra libertad, parece un peso demasiado fuerte».

«Pero tenemos que aprender que la omnipotencia de Dios no es un poder arbitrario, pues Dios es el Bien, es la Verdad y, por ello, Dios lo puede todo. No puede actuar contra el bien, no puede actuar contra la verdad, no puede actuar contra el amor y contra la libertad, pues él mismo es el Bien, es el Amor y la verdadera Libertad», aclaró .

«Y por ello todo lo que hace no puede ir contra la verdad, el amor y la libertad», subrayó. «Dios es el custodio de nuestra libertad, del amor, de la verdad».

No es un ojo malévolo

«Este ojo que nos mira no es un ojo malévolo, que nos vigila, sino la presencia de un amor que nunca nos abandona, y que nos da la certeza de que es bueno ser, es bueno vivir. Es el ojo del amor que nos da el aire para vivir».

«La cumbre de la potencia de Dios es la misericordia y el perdón», explicó, reconociendo que «hoy, en nuestro concepto mundial de poder, pensamos que tiene el poder quien tiene propiedades, quien tiene algo que decir en economía, quien dispone de capitales para influir en el mundo del mercado; quien dispone del poder militar, quien puede amenazar».

Constató que la famosa pregunta que hizo Stalin, «¿cuántos ejércitos tiene el Papa?», «sigue caracterizando la idea de poder que tienen los medios de comunicación: el poder lo tiene quien puede ser peligroso, quien puede amenazar, destruir…».

«Pero la Revelación nos dice que no es así –aclaró–. El verdadero poder es Gracia y Misericordia. En la Misericordia, Dios demuestra el verdadero poder».

«Dios ha sufrido y en el Hijo sufre con nosotros y esta es la última cumbre de su poder, que es capaz de sufrir con nosotros y de este modo demuestra el verdadero poder divino. Quería sufrir con nosotros y por nosotros, y en nuestros sufrimientos nunca nos ha dejado solos. Dios, en su hijo, ha sufrido, se ha acercado a nuestros sufrimientos».

La evangelización, explicó, «consiste precisamente en el hecho de que el Dios alejado se acerca, que Dios ya no está lejos, sino cerca».

Por último, el Papa constató el hambre de Dios que existe en el corazón del hombre y exclamó: «¡cuánta hambre existe en la tierra!».

«Hambre de pan en tantas partes del mundo», «hambre de justicia, hambre de amor». Por eso concluyó con esta imploración espontánea a Dios: «sacia nuestra hambre con la Verdad de tu Amor».

Bromas sobre su fractura

Al final de las vísperas, mientras llovía en el exterior de la catedral, el Papa saludó a los presentes, bromeando sobre su fractura de muñeca, para desearles felices vacaciones «sin accidentes para vosotros».

Más de veinte mil fieles habían recibido al Papa en Aosta, quien recorrió las calles de la ciudad en un auto descubierto desde el Arco de Augusto hasta la catedral.

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ZENIT Staff

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