Evangelizar Venezuela, según el presidente de la Conferencia Episcopal (I)

Entrevista con monseñor Ubaldo Santana, arzobispo de Maracaibo

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 19 de junio de 2009 (ZENIT.org).- El presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana y arzobispo de Maracaibo, monseñor Ubaldo Santana Sequera FMI, dijo el pasado 8 de junio durante la audiencia con el Papa Benedicto XVI en nombre de los obispos de su país que el «socialismo del Siglo XXI», «ha provocado una creciente polarización política, ha aumentado la violencia, la inseguridad y el odio, poniendo en serio riesgo la convivencia democrática».

El presidente Hugo Chávez reaccionó ante estas declaraciones el pasado domingo en su programa «Aló presidente», diciendo que los obispos viajaron a Roma – refiriéndose a la visita ad limina apostolorum que culminó hace unos días – para «acusarlo» falsamente de comunista con Benedicto XVI.

Por su parte el ministro de Interior y Justicia, venezolano Tareck el Aissami, también manifestó su molestia por estas declaraciones: «Ante sus tristes posiciones sólo se les responder deseándoles que Dios les perdone; no saben lo que dicen».

ZENIT habló con monseñor Ubaldo Santana para contextualizar el sentido de sus palabras. Nos contó también los desafíos y las tentaciones que presenta para la evangelización en actual proyecto político de su país.

–Durante la audiencia con el Santo Padre usted habló claro en nombre de los obispos sobre el proyecto político del socialismo del siglo XXI. ¿qué amenazas cree que trae este sistema político para la democracia en su país?

–Monseñor Ubaldo Santana: Es un proyecto que secuestra los espacios de libertad de la colectividad. De tal modo que todo ha quedado concentrado en un poder ejecutivo. También poco a poco va secuestrando los espacios donde se expresan las diversidades y las pluralidades de una sociedad desde donde se puede construir una democracia plural y participativa. Por eso naturalmente esos espacios se ven restringidos o coaccionados, y ahí entra el espacio de la libertad religiosa. Este es un derecho fundamental como son los demás. Esto es como un termómetro porque como todos los derechos son incluyentes, todos son igualmente necesarios y los derechos humanos en general son los unos para los otros como termómetros que nos indican cuál es el grado de libertad y democracia que estamos viviendo.

–¿Cómo ve que afecta este sistema político el ejercicio de la libertad religiosa?

–Monseñor Ubaldo Santana: Vemos cómo el poder político concentrado y autoritario tiene la tentación de manipular las expresiones religiosas y transformarlas en medios para aumentar la fuerza de la ideología, para unificar las mentes y para ponernos a todos a caminar por un solo camino.

Creo que un proyecto de esta naturaleza no nos está garantizando la vigencia para el futuro de la libertad religiosa con toda la amplitud y con todo el espacio que ese derecho fundamental requiere. Por eso estamos alertas y estamos pendientes porque creemos que el derecho a la vida, la educación, la libertad de conciencia y a la expresión se tienen que mantener. Pero nosotros como pastores nos corresponde velar por todos ellos y darle una atención peculiar al derecho de la libertad religiosa.

–Ni el presidente Chávez ni el ministro del interior tomaron bien sus palabras… ¿Cómo cree que esto afecta la vida de la Iglesia en Venezuela?

–Monseñor Ubaldo Santana: Lo que hemos dicho lo hemos dicho con respeto sin descalificar a nadie. Respetando la calidad y representatividad del señor presidente de la República. Nosotros cuando manifestamos nuestro parecer lo hacemos desde un trato que nos parece que toda persona humana se merece.

En segundo lugar, lo que hemos dicho no fue para captar favores, ganar prebendas, ni para aumentar privilegios o aumentar caudales de votos de un lado o de otro porque no estamos aquí manifestando pareceres políticos partidarios.

En tercer lugar no hemos pensado en el bien de unos venezolanos y en el mal de otros sino en el bien colectivo o bien común. A veces para conseguir el bien común necesitamos decirnos las verdades, corregirnos los defectos, señalar los posibles desvíos que podemos tener. Cuando lo hacemos no es porque estemos por fuera o por encima. Somos ciudadanos, somos hombres metidos dentro de la realidad venezolana y pastoreamos dentro de esa realidad. Cuando señalamos las deficiencias por supuesto que tenemos que reconocer también nuestros defectos y errores.

En cuarto lugar no dijimos nada nuevo. Lo que hemos dicho al señor presidente. Él nos ha dicho qué tipo de proyecto quiere, nos ha mandado a leer a Marx y a Engels, aquí hemos dicho cosas que hemos dicho allá, que le hemos escuchado decir al Presidente y cosas que se discuten y hablan en Venezuela. Si estamos en democracia, y hacemos las cosas dentro del debido respeto a la dignidad de las personas tenemos el derecho a hablar con toda libertad.

–¿Los pastores venezolanos tienen miedo de anunciar su fe?

–Monseñor Ubaldo Santana: Hemos ido aprendiendo de la situación que vivimos. Toda la Iglesia a lo largo de su historia ha sido una alumna del tiempo y la realidad en que le toca vivir. Sencillamente porque nosotros partimos de un elemento doctrinal muy importante «El Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros» (Juan 1, 14).

A nosotros nos corresponde descubrir la presencia de Dios de la historia, del Dios que conduce este mundo dentro de esas mismas realidades. Si bien en un primer lugar como seres humanos nos ha asustado y atemorizado –no digo que esto haya desaparecido– creo que poco a poco todas las comunidades cristianas en general hemos ido entendiendo que hemos sido llamados a anunciar el reino de Dios en toda realidad, cualquiera que sea. Nosotros no podemos poner condiciones para anunciar el Evangelio. Sencillamente hemos sido enviados y allí debemos evangelizar.

Es verdad que a veces tenemos a veces temor, sentimos quizás la tentación de refrenarnos, de limitarnos, callarnos, de pensar que nos estamos metiendo donde no debemos en que no es nuestro rol. Tentaciones que al fin y al cabo todos tenemos. Pero coexiste con ese sentimiento una certeza que ha ido creciendo, que Jesús está con nosotros, que Él es el que camina con nosotros y nos da la paz. Tenemos que descubrirle un nuevo sentido al salmo 23 que nos dice «El Señor es mi pastor» si estamos con Él nada podemos tener. Aunque vayamos por las cañadas más oscuras de la historia. Su callado nos sosiega.

Unos y otros según donde nos encontremos y el estado que nos toque desempeñar en la Iglesia o el servicio que nos toque prestar, según el lugar y la nacionalidad puede ser que tengamos que retomar esto con discernimiento y apoyarnos los unos a los otros para no decaer para que en esta coexistencia de miedo y paz y la certeza de que estamos cumpliendo nuestra misión prevalezca lo que debe prevalecer: la libertad interior y la paz del corazón.

–¿Cree que en su país la Iglesia cae en el error de pensar que está en una guerra ideológica contra el gobierno?

–Monseñor Ubaldo Santana: Con relación a la interpretación de la misión de la Iglesia el gobierno tiene sus tentaciones y nosotros tenemos las nuestras. Se puede llegar a pensar que somos un agente político, que favorecemos un sector de la población más que a otro o que nos estamos saliendo del ámbito religioso que nos corresponde, que nos «estamos saliendo de la sacristía y de la Iglesia».

Esa es la tentación. Ha sido una tentación no de hoy ni del actual gobierno, sino que siempre se ha dado. Si para nosotros los creyentes no es fácil entender el misterio de la Iglesia ¿cómo le vamos a pedir que entiendan a quienes no creen?

–¿Cómo redescubrir el papel de la Iglesia en medio de la situación de confrontación que vive su país?

–Monseñor Ubaldo Santana: La Iglesia es al mismo tiempo un misterio y una institución. E
s un carisma pero es una organización visible, está hecha de un elemento que viene de Dios y al mismo tiempo se expresa a través de estructuras y de seres humanos. No es fácil. Los que estamos dentro de la Iglesia tenemos la tentación real porque se ha presentado de diversas formas en la historia de la Iglesia, dejarnos ganar por el apetito del poder o el querer tener una influencia en la sociedad o en un momento de la historia más basada en nuestras propias capacidades o en nuestros talentos, en las organizaciones que en la seguridad que lleva a las cosas de Dios.

Lo que vivimos en Venezuela, al fin y al cabo, es para nosotros es una gracia y una oportunidad, una purificación para nosotros y por eso es tan importante que hagamos un discernimiento eclesial y aprendamos a vivir más en comunidad porque en esa misma medida es como podemos discernir mejor cuál es la voluntad de Dios, por dónde va el Señor a través de todos estos acontecimientos tan complejos y difíciles y cómo nos podemos apoyar unos a otros y tener la suficiente humildad para para reconocer cuándo nos equivocamos, cuándo no hemos usado bien la misión que se nos ha encomendado, cuándo hemos tratado de valernos mas «del César que de Dios» y volver a nuestro cauce.

La segunda parte de esta entrevista se publicará este domingo, 21 de junio.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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