CIUDAD DEL VATICANO, 3 octubre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha vuelto a pedir a los creyentes de las diferentes religiones que rechacen la violencia y colaboren en la construcción de un mundo mejor.
«La religión no debe ser utilizada nunca como motivo de conflicto», exclamó con voz decidida el Papa en la mañana de este miércoles durante la audiencia general.
«Cristianos y musulmanes, junto con los creyentes de toda religión –añadió–, están llamados a repudiar firmemente al violencia, para construir una humanidad que ame la vida, que se desarrolle en la justicia y la solidaridad».
El pontífice hizo su invitación, al encontrarse con 22 mil peregrinos en la plaza de San Pedro del Vaticano, recordando su reciente peregrinación a Armenia y Kazajstán, que tuvo lugar entre el 22 y el 27 de septiembre.
«En Kazajstán el tema de la visita pastoral ha sido el mandamiento de Cristo: «Amaos los unos a los otros» –recordó el Santo Padre–. Ha sido particularmente significativo llevar este mensaje a ese país en el que conviven más de cien etnias diferentes, que colaboran entre sí para edificar un mundo mejor».
«¿Quién podrá olvidar que en Kazajstán fueron deportadas centenares de miles de personas? –preguntó el obispo de Roma– ¿Quién podrá dejar de recordar que sus estepas fueron utilizadas para experimentar armas nucleares?»
«Kazajstán, sociedad multétnica, ha rechazado el armamento atómico y pretende comprometerse en la edificación de una sociedad solidaria y pacífica», constató con satisfacción.
«»¡Amaos los unos a los otros!». Estas palabras de Cristo interpelan, en primer lugar, a los cristianos –evocó el pontífice al recordar sus tres días en Astana–. Las dirigí ante todo a los católicos, exhortándoles a la comunión entre sí y con los hermanos ortodoxos, más numerosos».
«Les alenté, además –concluyó–, a colaborar con los musulmanes para favorecer un auténtico progreso de la sociedad».