LIUBLIANA, miércoles 16 de junio de 2010 (ZENIT.org) La beatificación del joven Lojze Grozde representa para el pueblo esloveno “un fuerte estímulo espiritual”, según dijo en diálogo con ZENIT el postulador para su causa de canonización, el padre Igor Luzar.
“En él contemplamos también un gran número de otros cristianos martirizados y asesinados durante y después de la Segunda Guerra Mundial a causa de su fe en Cristo”, aseguró el sacerdote. “Particularmente chicos y hombres jóvenes, entre los cuales muchos han dado testimonio de fe y perdón a la hora de su muerte”, dijo.
Lojze Grozde, fue un joven de la Acción Católica, asesinado por el régimen comunista cuando tenía 19 años.
La ceremonia
El estadio Arena di Celje (ciudad eslovena) fue el escenario de la ceremonia de beatificación el pasado domingo 13 de junio. Contó con la presencia de 32.000 fieles. La misa fue presidida por el secretario de estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone en representación del Papa Benedicto XVI. Estuvo concelebrada por 18 arzobispos y obispos y por 750 sacerdotes.
En su homilía, el cardenal Bertone dijo que este nuevo beato ilumina “la historia de la Iglesia en Eslovenia, en particular las violentas persecuciones que ha sufrido en el último siglo”. Y subrayó que mediante este testimonio, la fe en este país puede encontrar “inspiración y fuerza para poder testimoniar eficazmente la fe en el mundo descristianizado de hoy”.
El purpurado destacó cómo el nuevo beato “en su primera juventud había empezado en serio en la escuela de Jesús, presente en el Santísimo Sacramento y, de rodillas, en una intensa y fiel práctica de adoración eucarística, había aprendido qué cosa significaba vivir la donación total”.
Su vida
Lojze Grozde nació en 1923. Su padre no quiso reconocerlo y vivió con su madre y bajo el cuidado de sus parientes. Vivió su vida en un ambiente rural y en medio del trabajo pesado.
Fue un buen estudiante, apasionado por la lectura y amante de la poesía. Durante su secundaria participó en algunos encuentros de la Acción Católica. Una vez escribió que quien perteneciera a esta asociación “debe estar siempre dispuesto a los sacrificios, hasta el martirio y la muerte”.
Grozde tenía una gran devoción eucarística a la que llamaba “Sol de mi vida”. También tenía un fuerte sentimiento de nacionalidad hacia Eslovenia, que en ese entonces pertenecía a Yugoslavia.
“Quería hacer todo por el reino de Dios, conducir a los otros jóvenes a Cristo, sacrificarse por la salvación de las almas”, dijo su postulador. “Estaba convencido que justamente la Virgen Santísima, de quien era muy devoto, lo había guiado hacia la Acción Católica para alargar el horizonte de su vida espiritual y de su campo de acción”, aseguró el padre Luzar.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Eslovenia fue ocupada por Italia y Alemania. Igualmente, estalló la Guerra civil en Yugoslavia. A finales de 1942, Grozde se dirigía a casa de su familia para pasar con ellos la navidad. Se detuvo en Sticna donde fue capturado por los comunistas, quienes lo acusaron de ser un espía secreto contra este régimen y por ello lo torturaron y luego lo asesinaron. Su cadáver fue encontrado el 23 de febrero de 1943.
El padre Luzar cuenta que después de concluir la Segunda Guerra Mundial, a causa del comunismo, estaba prohibido hablar en público a voz alta de la muerte de Grozde, pero aún así su fama de martirio y de santidad fueron creciendo. Esto se hizo más evidente con la visita del papa Juan Pablo II a este país en 1996.
Este joven mártir se convierte así en el segundo beato esloveno, luego del obispo Anton Martin Slomsek, beatificado en 1999. Es el primer beato mártir luego de la independencia de esta joven nación en 1991. “Es uno de los más grandes eslovenos. Grozde resplandece como tal también hoy”, concluyó su postulador.
Por Carmen Elena Villa