CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 29 octubre 2007 (ZENIT.org).- Que los mártires sean semilla de nuevas vocaciones, deseó este lunes el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, al presidir la misa de acción de gracias por la beatificación de 498 mártires, asesinados en la persecución religiosa que tuvo lugar en España durante los años treinta del siglo XX.
«Dios quiera que esta Beatificación suscite en España una fuerte llamada a reavivar la fe cristiana e intensificar la comunión eclesial», deseó el purpurado en la celebración eucarística que tuvo lugar en la Basílica de San Pedro del Vaticano con la participación de unos ocho mil peregrinos.
El colaborador más cercano de Benedicto XVI en la guía de la Santa Sede pidió «al Señor que la sangre de estos mártires sea semilla fecunda de numerosas y santas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, así como una constante invitación a las familias, fundadas en el sacramento del matrimonio, a que sean para sus hijos ejemplo y escuela del verdadero amor y “santuario” del gran don de la vida».
Bertone aclaró que «estos mártires no han sido propuestos al pueblo de Dios por su implicación política, ni por luchar contra nadie, sino por ofrecer sus vidas como testimonio de amor a Cristo y con la plena conciencia de sentirse miembros de la Iglesia».
«Por eso, en el momento de la muerte, todos coincidían en dirigirse a quienes les mataban con palabras de perdón y de misericordia», afirmó.
Según el cardenal, los mártires «no son simples héroes o personajes de una época lejana. Su palabra y sus gestos nos hablan a nosotros y nos impulsan a configurarnos cada vez más plenamente con Cristo».
«Ellos nos ayudan con su ejemplo y su intercesión para que, en la hora presente, no nos dejemos vencer por el desaliento o la confusión, evitando la inercia o el lamento estéril», añadió.
«Porque éste es también, como lo fue el suyo, un tiempo de gracia, una ocasión propicia para compartir con los demás el gozo de ser discípulos de Cristo», reconoció.
El cardenal concluyó su homilía elevando una oración para que el ejemplo de los mártires «alcance para la Iglesia en España y en las otras Naciones de las cuales algunos de ellos eran originarios», Francia, México y Cuba, «muchos frutos de auténtica vida cristiana: un amor que venza la tibieza, una ilusión que estimule la esperanza, un respeto que dé acogida a la verdad y una generosidad que abra el corazón a las necesidades de los más pobres del mundo».