Dirigiéndose a los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en Heiligendamm (Alemania), el Papa les pidió que «no retiren las promesas de aumentar sustancialmente la ayuda al desarrollo, en favor de las poblaciones más necesitadas, sobre todo las del continente africano».
El 16 de diciembre el Papa había escrito a Angela Merkel para que pusiera en el centro de la agenda de esta cumbre la lucha contra la pobreza y la canciller alemana le respondió el 2 de febrero asegurándole el compromiso del G-8 de «alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio».
De estos ocho objetivos, adoptados por las Naciones Unidas en el año 2000, el Papa subrayó el segundo: «lograr la educación primaria universal para asegurar que todos los niños y niñas completen el ciclo completo de enseñanza primaria para el año 2015».
«Se trata de una parte integrante del logro de todos los objetivos del milenio: es una garantía de consolidación de los objetivos alcanzados; es un punto de partida de los procesos autónomos y sostenibles de desarrollo», aseguró el pontífice.
Recordó que «la Iglesia católica siempre ha estado en primera línea en el campo de la educación, llegando en particular a los países más pobres, donde las estructuras estatales a menudo no consiguen llegar».
«Otras Iglesias cristianas, grupos religiosos y organizaciones de la sociedad civil comparten este compromiso educativo», siguió evocando.
«Según el principio de subsidiariedad», dijo, «esta realidad debería ser reconocida, valorada y apoyada por los gobiernos y las organizaciones internacionales, entre otras cosas, destinando los fondos suficientes para que se garantice una mayor eficacia en el alcance de los objetivos de desarrollo del milenio».
«Esperemos que se hagan esfuerzos serios para alcanzar estos objetivos», confesó por último.