GINEBRA, sábado, 24 junio 2006 (ZENIT.org).- El 12 de junio la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. La OIT organizó una serie de actos en Ginebra, dentro del encuentro anual de la organización.
«Muchos han afirmado que el trabajo infantil siempre lo tendremos», afirmaba Juan Somavia, Director General de la OIT, en una nota de prensa el 7 de junio. «Pero el movimiento mundial en contra del trabajo infantil les está quitando la razón».
«La Eliminación del Trabajo Infantil: un Objetivo a nuestro Alcance» es el título de un informe de la OIT publicado para coincidir con el día mundial de este año. Comienza observando cómo, hace cuatro años, la OIT desarrolló una serie de estadísticas que permitieran una visión clara sobre la extensión del problema. Usando esta metodología, las estadísticas del informe muestran que el número de niños trabajadores disminuyó caído en un 11% en los últimos cuatro años.
Más esperanzador ha sido el hecho de que el descenso tenga lugar en los trabajados más perjudiciales para los niños. El número de niños en este tipo de trabajos disminuyó en total en un 26%, y en un 33% en el grupo de edad de 5 a 14 años.
En términos geográficos, en América latina y el Caribe es donde se ha dado el mayor progreso. En esta zona, el número de niños trabajando bajó en dos tercios en los últimos cuatro años, y ahora apenas el 5% de los niños están trabajando. El menor progreso se ha dado en el África subsahariana, donde el nivel de trabajo infantil todavía sigue siendo alto.
Millones de pequeños siguen trabajando
No obstante, a pesar de este progreso, un gran número de niños todavía siguen trabajando. En el 2004 – el último año del que se utilizan cifras en el informe – había 218 millones de niños atrapados en el trabajo infantil. De estos, 126 millones en trabajos perjudiciales.
La OIT no busca una prohibición absoluta contra cualquier forma de trabajo por parte de los niños. De hecho, los datos de 2004 estiman que cerca de 317 millones de niños, entre 5 y 17 años, son económicamente activos, de los que 218 millones podrían considerarse niños trabajadores,
Divididos por grupos de edad, en el grupo de los 5 a 14 años, hay 166 millones de niños trabajadores, y 74 millones en trabajos peligrosos. Los chicos siguen estando más afectados que las chicas por el trabajo infantil, especialmente por el peligroso. La diferencia se acentúa con el aumento de edad.
El trabajo infantil que las leyes internacionales prohíben se engloba en tres categorías:
– Las peores formas, definidas como esclavitud, tráfico, servidumbre por deudas y otras formas de trabajo forzado. Esto incluye el reclutamiento forzado de niños para usarlos en los conflictos armados, prostitución y pornografía, y otras actividades ilícitas.
– El trabajo desarrollado por un niño que no tiene el mínimo de edad indicado para dicha clase de trabajo, lo que impide la educación y pleno desarrollo del niño.
– El trabajo que compromete el bienestar físico, mental o moral del niño, sea por su naturaleza o por las condiciones en las que se lleva a cabo. Es el conocido como «trabajo peligroso».
El porqué de la disminución
Según la OIT, el progreso obtenido es el resultado de muchos años de trabajo sobre el tema. En 1992 se lanzó el Programa Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil. Hoy, el programa recibe fondos de unas 30 naciones y actúa en 80 países. De hecho se trata del mayor programa de cooperación técnica de la OIT.
Otro elemento de esta reducción del trabajo infantil ha sido la formulación de un cierto número de convenios sobre el tema. La Declaración Relativa a los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo de la OIT se adoptó en 1998. El texto incluía la eliminación del trabajo infantil como uno de los cuatro principios fundamentales que los miembros de la OIT entendían que había que respetar.
A esto siguió el Convenio sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil, en 1999. Este documento, conocido como el Convenio No. 182, ha sido ratificado por 158 países. Otro documento, el Convenio sobre la Edad Mínima, de 1973 y conocido como Convenio No. 138, ha sido ratificado por 77 naciones más desde 1999.
La OIT indicaba que también ha sido importante el trabajo de parlamentarios, organizaciones no gubernamentales, consumidores y la opinión pública en general a la hora de lograr progresos en la reducción de niños en la fuerza laboral.
Reducir la práctica del trabajo infantil, observa el informe, no es algo que ocurra de forma aislada del resto de la sociedad. El desarrollo económico es importante, y el progreso ha sido más lento donde dicho desarrollo se ha retrasado.
De igual forma, es necesario que los países afronten este problema con una serie de políticas relativas a la igualdad, a los derechos humanos, al trabajo decente para todos los adultos, y a la educación para todos los niños. La OIT también observaba que tanto las organizaciones patronales como sindicales juegan un papel decisivo en la lucha contra el trabajo infantil.
Otro factor clave, en el campo de la educación, es el nivel de asistencia a la escuela. La educación obligatoria impone límites a las horas laborales y a la naturaleza y condiciones del trabajo, indica el informe. En muchos países el establecimiento de la escolarización universal hasta la edad de 14 años ha significado una desaparición efectiva del trabajo infantil, observaba la OIT. Citando los ejemplos de Brasil y China, el informe indicaba que el progreso en la reducción del trabajo infantil es mayor cuando se combina el desarrollo económico con la reforma educativa.
El tipo de producción económica también influye en el grado de trabajo infantil. Cuanto mayor es el porcentaje de la agricultura en el producto interior bruto, mayor es la incidencia de trabajo infantil.
El mensaje de la Iglesia
La Iglesia se ha opuesto desde hace mucho tiempo a los abusos cometidos a través del trabajo infantil. De hecho, la primera encíclica social, la «Rerum Novarum» del Papa León XIII en 1891, condenó la práctica. En una cita incluida en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (No. 296), León XIII indicaba que no debería ponerse a trabajar a los niños antes de que sus mentes y cuerpos se desarrollaran suficientemente.
El Compendio en el No. 296 indica: «El trabajo infantil, en sus formas intolerables, constituye una clase de violencia que es menos obvia que otras, pero no por esa razón menos terrible».
El Compendio observa que en algunas situaciones la aportación económica hecha por los niños al trabajar puede ser indispensable para las familias y los países. No obstante, la Iglesia condena la explotación de los niños en situaciones que son una forma de verdadera esclavitud.
Los niños son el futuro de una nación y, por lo mismo, se les debe proporcionar alimento, educación, sanidad y derechos, indicaba el padre Jose Vattakkuzhy, secretario ejecutivo de la Comisión del Trabajo de la Conferencia Episcopal India, en una declaración el 12 de junio con motivo del día mundial del trabajo.
En una declaración publicada en la Indian Catholic News Service, el padre Vattakkuzhy observaba que la India ocupa el primer puesto en el mundo en utilización de mano de obra infantil. La pobreza es una de las causas, pero la ruptura de familias y «los sustitutos de los cabezas de familias» también juegan su papel. Cuando las familias se ven afligidas con problemas de alcohol o de drogas, enviar a los niños a trabajar suele verse como la solución a la necesidad de dinero, explicaba.
«Podemos dar a estos niños una vida mejor», concluía. Poco a poco, el mundo parece estar de acuerdo con esto.