Un ejemplo reciente de las condiciones en las que viven los cristianos se
produjo esta semana, cuando soldados israelíes dispararon al automóvil de
un obispo católico, en la carretera de la franja oriental de Gaza, el
martes. Según «Associated Press» (9 enero), el obispo Boulos Marcuzzi, el
segundo en la jerarquía católica de Tierra Santa, se dirigía a visitar a un
sacerdote enfermo en el pueblo palestino de Zababde al norte de la franja
oriental, cuando su automóvil se encontró con la carretera bloqueada por
soldados israelíes.
«Yo no vi ninguna señal de STOP, pero bajé la velocidad y sorteé en zig-zag
varios bloques de cemento hacia las seis de la tarde», dijo el secretario
del obispo, quien conducía el coche con matrícula diplomática y bandera
vaticana, el padre Elie Kurzum. Inmediatamente, varios soldados llegaron
corriendo, apuntaron sus fusiles al coche e hicieron tres disparos, uno al
aire y dos cerca del automóvil, dijo Kurzum.
Navidad en Belén
Los numerosos choques en las recientes semanas han apagado las
celebraciones de Navidad en el lugar del nacimiento de Jesús. Según
informaba la «BBC» (25 diciembre), la procesión anual de Navidad que
presidía el patriarca de Jerusalén, Michel Sabbah, el domingo 24, tuvo
lugar sin música. Asimismo se anularon los tradicionales conciertos al aire
libre y los fuegos artificiales, y la iluminación de Navidad se mantuvo al
mínimo.
Aunque se habían invertido millones de dólares en embellecer la ciudad para
la Navidad 2000, en los últimos meses, solamente un puñado de peregrinos se
atrevió a visitar la ciudad palestina en medio de los violentos
enfrentamientos en Tierra Santa.
Según la «BBC», Belén y las aldeas de los alrededores han sido escenario de
batallas encarnizadas entre las fuerzas israelíes y las milicias
palestinas. En represalia, Israel han impuesto el bloqueo a Belén y otras
ciudades palestinas desde que empezó el levantamiento popular, lo que ha
afectado a la economía y ha impedido que muchos turistas y peregrinos
pudieran visitar la ciudad.
Los recientes conflictos han intensificado el temor de las Iglesias
cristianas, según un informe del «New York Times» (24 diciembre), en
relación al futuro de las divisiones territoriales y al modo en que éstas
afectarán a sus miembros.
El diario informaba que el verano pasado, mientras los negociadores
israelíes y palestinos debatían las propuestas sobre cómo compartir y
dividir el casco antiguo de Jerusalén, obispos católicos y ortodoxos
declararon que a los cristianos del lugar no se les había consultado sobre
la repercusión de las nuevas fronteras en sus comunidades, iglesias y
lugares de peregrinación. La pequeña pero influyente comunidad
árabo-cristiana cuenta con unas 50.000 personas, en Jerusalén oriental y la
franja oriental de Gaza, más otras 120.000 dentro de las fronteras de
Israel, en su mayor parte en la región septentrional de Galilea.
Una presencia que disminuye
Como indicaba un artículo del «Catholic World Report» de diciembre, los
cristianos corren el riesgo de extinguirse en Tierra Santa. En 1893, los
cristianos representaban el 13% del pueblo palestino. Al inicio del actual
conflicto, se habían reducido al 2%. Según las informaciones, los
consulados están ayudando a los cristianos a irse a medida que la violencia
aumenta.
En un ambiente cada vez más peligroso, los líderes cristianos en Tierra
Santa están haciendo frente a una tarea que atemoriza a cualquiera. El más
destacado de ellos, su beatitud Michel Sabbah, el patriarca latino de
Jerusalén, está desempeñando un papel activo en la reclamación de «dignidad
y derechos» para los palestinos, y en la «devolución» de la Jerusalén
oriental y la Ciudad Vieja a la autoridad palestina. Su punto de vista
acerca de Jerusalén oriental -«territorio ocupado al que se debe aplicar la
resolución 242 de la ONU»- es apoyado, al menos parcialmente, por el
«ministro de Exteriores» de la Santa Sede, monseñor Jean-Louis Tauran.
Es políticamente menos activo pero está comprometido igualmente, el
custodio franciscano de Tierra Santa, su paternidad Giovanni Battistelli,
que es responsable de los Santos Lugares bajo control católico. Con un
cargo que implica la protección y la animación de los peregrinos que
visitan la región, está profundamente implicado en los aspectos religiosos
de una actividad turística que está a punto del colapso. Mientras tanto,
los cristianos del lugar, a los que la Custodia Franciscana también
proporciona asistencia, representan una a veces grave responsabilidad.
Pero la mayoría de los cristianos en Tierra Santa pertenecen a la Iglesia
Griega Ortodoxa, cuya tradicional enemistad con las iglesias occidentales
está cambiando gradualmente hacia relaciones más cordiales. En los
trágicos acontecimientos recientes, sus líderes religiosos se han unido al
patriarca armenio ortodoxo en su condena del baño de sangre y en su
petición de que se reanuden las negociaciones. Como indica el «Catholic
World Report», sus palabras son reflejo del alarmante estado de la
situación en Tierra Santa para una población cristiana en descenso, en la
que aumenta la frustración y la desesperanza.
Desacuerdo en Líbano
No lejos de Belén, en Líbano, la vida para los cristianos es también
difícil. Justo antes de Navidad, como informaba el «New York Times» (23
diciembre), el anciano patriarca de los maronitas católicos tuvo duras
palabras sobre la situación local. El patriarca de 80 años, el cardenal
Nasrallah Butros Sfeir, declaró que el país está a merced del vecino Siria
y que no es ni soberano ni independiente.
La guerra civil libanesa ha durado más de diez años. La ocupación israelí
del sur del Líbano acabó hace seis meses. Ha llegado el momento, dijo el
patriarca, de que Siria retire sus tropas de las ciudades libanesas y deje
de interferir en la vida política local.
Según el diario, el desafío del patriarca no sólo ha dirigido la atención
sobre el tema del régimen sirio, sino que ha puesto de relieve los
continuos agravios a los cristianos, y ha aludido al peligro de una vuelta
atrás en la situación libanesa, analizando la división del poder entre las
17 denominaciones cristianas y musulmanas del país.
Para los cristianos libaneses, especialmente la dominante Iglesia maronita,
que ha agravado las divisiones nacionales aliándose con Israel, un factor
desagradable de aquella guerra fueron los combates entre ellos mismos que
sólo acabaron en 1990.
En la Constitución, la presidencia se reserva todavía a un cristiano
maronita, mientras que el primer ministro debe ser musulmán sunnita, y el
portavoz del Parlamento musulmán chiíta. Pero desde los acuerdos de Taif,
se ha recortado el poder del presidente y, en el Parlamento, en lugar de la
antigua división, 6 escaños contra 5, en favor de los cristianos sobre los
musulmanes, los escaños se dividen ahora equitativamente entre las dos
confesiones.
Nadie conoce la verdadera situación demográfica libanesa respecto a la
religión, ya que desde los años 70 aproximadamente, ningún Gobierno ha
querido correr el riesgo de agitar la situación política llevando a cabo un
censo. Pero se calcula que los cristianos no representan más de una cuarta
parte de la población actual.
Se supone que Siria ha desplazado sus 30.000 soldados en Líbano hacia la
región de la Bekaa hace ocho años. Ningún presidente colocado por Siria se
atreverá a decirle nada. Siria conserva también un número desconocido de
agentes de inteligencia en Líbano.
Mientras tant
o, el que fuera en un tiempo poderoso señor de la guerra,
Samir Geagea, que comanda una milicia denominada Fuerzas Libanesas, y
Michel Aoum, un general renegado del Ejército, están ahora en prisión o en
exilio forzado. Sus oponentes musulmanes y drusos, por otra parte, tienen
posiciones destacadas en el Gobierno.
Y a pesar de la garantía de la mitad de los escaños en el Parlamento,
dijeron los líderes cristianos, las elecciones en Líbano están tan
manipuladas por Siria que los políticos cristianos independientes han sido
en la práctica dejados a un lado.
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