Las cruzadas imaginarias de Ridley Scott

El historiador Meschini analiza la película «El Reino de los Cielos»

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VARESE (ITALIA), lunes, 16 mayo 2005 (ZENIT.org).- La película «El Reino de los Cielos» o «Cruzada» («Kingdom of Heaven») de Ridley Scott constituye un «aglomerado de errores históricos» en el que «los templarios son presentados como fanáticos violadores y asesinos».

Es la constatación del historiador italiano Marco Meschini de la Universidad Católica de Milán, autor de libros que han alcanzado premios internacionales sobre las cruzadas por su rigor histórico.

Meschini, autor de la obra «La incumplida» (L’incompiuta), sobre la cuarta cruzada, considera que «paradójicamente cristianos y musulmanes se unirán a las protestas contra este filme».

–Ridley Scott afirma que su película ofrece una «visión equilibrada» de las cruzadas. ¿Qué opina usted?

–Meschini: En la película de Scott los templarios son presentados como fanáticos violadores y asesinos, la lucha por Jerusalén no tiene sentido y sólo acarrea muerte. Además, para los protagonistas, incluidos los hospitalarios, que eran monjes caballeros, Dios no existe. Me parece que hay un desequilibrio de concepción.

Las únicas figuras positivas son las que se alejan de su época: el herrero-caballero Balian, el rey leproso y tolerante, el magnánimo y desencantado Saladino, que encarnan los valores que le gustan a Scott y que artificialmente ha trasplantado al siglo XII.

El desequilibrio más grave está precisamente en esto: transportar al pasado lo que piensa el director, pretendiendo que sea creíble.

–¿Considera que es una película antirreligiosa?

–Meschini: Hay que distinguir. Scott se mueve entre religión y religiosidad: condena sin piedad a la primera (o mejor a las religiones, pues incluye tanto al cristianismo como al islam), pero es más tolerante con la segunda.

El protagonista, Balian, descubre que Dios –el Dios de los cristianos– no existe. ¿Cómo lo descubre? Pasa toda una noche en la colina del Gólgota, pero Dios no le habla. El otro protagonista, por su parte, Saladino, no llega a afirmar que Dios no existe, pues tiene que tener tranquilos a sus compañeros de religión.

–Para algunos es una película laica, para otros es relativista, algunos consideran que es antirreligiosa. Pero el director afirma que ha querido hacer una película sobre la tolerancia.

–Meschini: Scott trata de indicar un nivel «superior» de verdad, un registro casi religioso y casi divino, es decir, una divinidad reducida a un mínimo común denominador moral: haz el bien, no hagas el mal, respeta y defiende la vida humana.

De ahí viene el otro error de concepción de la película: tolerancia sí, pero ¿en nombre de qué? Scott no comprende que la figura de caballero perfecto, la que busca y que en la película está en carnada por Balian o Saladino no nace de la nada, sino que ha sido engendrada precisamente por una tradición religiosa, la cristiana occidental.

–¿Cree que la película podría agudizar las polémicas entre cristianos y musulmanes hoy?

–Meschini: No lo creo. La película ataca tanto a unos como a otros, pues todos son vistos como fanáticos. Paradójicamente, cristianos y musulmanes podrían unirse en la protesta contra esta película. Ahora bien, hay un punto en el que pueden darse divergencias: en la interpretación de la figura histórica de Saladino, pues en torno a ella se han creado dos leyendas: una luminosa y la otra «negra».

–La película, ¿respeta los hechos históricos?

–Meschini: La película es un aglomerado de errores históricos, pero en estas películas esto es algo que se da por supuesto. Me han gustado mucho los vestidos, mientras que la música con frecuencia no me ha parecido adecuada, con melodías del siglo XIX metidas en plena Edad Media. Como espectador me esperaba mucho más.

Como historiador, me ha parecido irresistiblemente cómica la escena en la que el patriarca de Jerusalén, ante la amenaza a muerte, les dice a los católicos: «Convertíos al islam y arrepentíos después».

Hay un par de detalles que dan una idea del guión, pero que sólo podremos ver, quizá, en el DVD: se presenta al Papa como Darth Vater, el malo de la Guerra de las Galaxias; la reina Sibylla aplica la eutanasia al hijo leproso. ¿Por qué no habrá dejado Scott estas imágenes en la versión para las salas de cine?

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ZENIT Staff

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