Las elecciones generales del pasado 20 de diciembre (20-D) en España han dejado un escenario complicado, donde resulta muy complejo prever la futura gobernabilidad del país.
Tras los comicios, la revista Ecclesia de la Conferencia Episcopal Española (CEE) indica que los resultados “obligan a los partidos hegemónicos a escuchar más a los minoritarios y nacionalistas, y a la entera sociedad civil”. Además, llama a todas las formaciones políticas a “servir al bien común, que es lo verdaderamente importante y prioritario”.
En su editorial, titulado “La fragmentación electoral en España urge a la responsabilidad”, la publicación de la CEE pone en evidencia algunas conclusiones “que deberían tenerse en cuenta”.
La primera de ellas es la alta participación (73 por ciento). “La democracia, el bien y la estabilidad de una nación se consolidan más cuantos más votos llenan las urnas”, recuerda.
De este hecho se deriva la segunda conclusión que es “que, gusten o no los resultados, arrojen complicaciones por doquier o no, son inapelables y merecen todo respeto”. “Cosa bien distinta será reflexionar sobre la radiografía de la sociedad española que muestran y que sí que han de llamarnos a analizar las causas y los efectos de la misma y esto también de cara a la tarea evangelizadora de la Iglesia en España”, añade el texto.
“El Partido Popular (PP) ha ganado las elecciones con más de siete millones de votantes, casi el 29 por ciento del total escrutado. Y no solo por la vigente legalidad constitucional, sino por elemental sentido común y el respeto antes invocado a las urnas, debe intentar formar Gobierno, un Ejecutivo estable y sólido que garantice la gobernabilidad”, indica la revista.
“¡Claro que el PP se ha dejado 16 puntos y cerca de cuatro millones de votantes en relación a 2011, las anteriores elecciones generales! Los efectos de las drásticas -no entramos a valorar ahora si necesarias o no- medidas de recortes para combatir la crisis económica, la corrupción y los errores y prepotencias, ya conocidos, del “rodillo” de las mayorías absolutas son, a primera vista, las principales razones de este tan notable descenso”, asegura.
“Pero, sin duda, hay otras, entre las que están el inexplicable abandono de principios esenciales, que junto a las primeras, han de apremiar al PP a hacer un severo examen y un necesario y efectivo compromiso de enmienda”, dice.
“El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) vuelve a ser la segunda fuerza, asimismo con un agudo retroceso, máxime teniendo en cuenta que sus resultados en noviembre de 2011 fueron los peores de su historia”, apunta.
“Resulta, pues, tan evidente como apremiante la pregunta sobre cómo explica el PSOE esta realidad, más aún sin haber experimentado el desgaste de la tarea de gobernar”, enfatiza.
“Por ello y porque España necesita una gobernabilidad con un mínimo de estabilidad, el PSOE debería abrirse asimismo a una hipotética negociación de un Gobierno de coalición o de pactos puntuales con la fuerza política más votada. Lo reclama el interés general de España y el sentido de Estado”, señala Ecclesia.
“Más allá de ideologías y afinidades, es de todo punto preciso reconocer la fuerza con que irrumpe Podemos”, reconoce. “Este resultado, sin entrar en preferencias, es un éxito sin precedentes en la reciente historia democrática de España. Por ello, Podemos también está llamado a contribuir a la gobernabilidad de España”, señala. “¿Cómo? Si somos fieles a los resultados del 20-D, desde una posición muy preeminente en la oposición parlamentaria, que es necesaria sea constructiva”, explica.
“Junto con Podemos, C`s [Ciudadanos, ndr] ha roto el bipartidismo, que se prolongaba en España desde la Transición, y se convierte en un partido nacional a tener muy cuenta, a escuchar y a llamar a contribuir, como sea -en la oposición o con pactos puntuales o estables de gobernabilidad- en un instrumento para el bien y la solvencia de España”, señala.
Por último, la revista de los obispos españoles manifiesta que “los resultados del 20-D obligan a los partidos hegemónicos a escuchar más a los minoritarios y nacionalistas, y a la entera sociedad civil”.
“Porque todos deben servir al bien común, que es lo verdaderamente importante y prioritario y que en España lo conforma también valores transcendentes ligados a la tradición católica”, concluye el editorial.