Ante la secularización, el Papa pide a los cristianos anunciar la Cruz

Sentido último de la existencia humana, aclara en el «Angelus» dominical

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CASTEL GANDOLFO, 15 septiembre 2002 (ZENIT.org).- Ante la secularización que caracteriza a muchas sociedades actuales, Juan Pablo II pidió este domingo a los cristianos presentar la fuerza transformadora de la Cruz de Cristo, en la que encuentra su sentido la existencia de todo hombre y mujer.

El Santo Padre presentó su propuesta al encontrarse a mediodía con varios miles de fieles en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo, en donde desempeña sus actividades ordinarias hasta el próximo 30 de septiembre.

«Al hombre, atormentado por la duda y el pecado –dijo el Papa citando el Evangelio de Juan–, la Cruz le revela que «tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna». En una palabra, la Cruz es el símbolo supremo del amor».

El día anterior los católicos habían celebrado la fiesta litúrgica de la Exaltación de la Santa Cruz y ese domingo recordaban la memoria de la Virgen de los Dolores.

«El cristianismo tiene en la Cruz su símbolo principal –aclaró el obispo de Roma–. Allí donde el Evangelio ha echado raíces, la Cruz indica la presencia de los cristianos».

Por eso, constató, «en las iglesias y en las casas, en los hospitales, en las escuelas, en los cementerios, la Cruz se ha convertido en el signo por excelencia de una cultura que saca del mensaje de Cristo verdad y libertad, confianza y esperanza».

«En el proceso de secularización, que caracteriza a buena parte del mundo contemporáneo –añadió el sucesor de Pedro–, es más importante todavía el que los creyentes fijen su mirada en este signo central de la Revelación y comprendan su significado original y auténtico».

Al anunciar la realidad de la Cruz de Cristo, siguió constatando, la Iglesia presenta al mundo «el sentido último y pleno de toda existencia y de toda la historia humana».

Por este motivo, el pontífice recordó que ha pedido a los jóvenes cristianos que lleven la cruz «por los caminos del mundo».

La Cruz que preside las Jornadas Mundiales de la Juventud visitó en este último año visitó Canadá y la Zona Cero de las Torres Gemelas de Nueva York y en el futuro próximo recorrerá toda Alemania, en preparación de las Jornadas que se celebrarán en Colonia en 2005.

El pontífice concluyó confiando a la intercesión de la Virgen María a estos jóvenes, a las familias y a quienes sufren, en particular, «los enfermos y los que sufren, las víctimas inocentes de la injusticia y de la violencia, los cristianos perseguidos a causa de su fe».

«Que la Cruz gloriosa de Cristo sea para todos prenda de esperanza, de rescate y de paz», dijo.

En este verano, Juan Pablo II no se asoma al balcón de la residencia de Castel Gandolfo, sino que baja hasta el patio para encontrarse con los fieles. Estos encuentros dominicales, se han convertido en auténticas «audiencias generales» –como las que ofrece todos los miércoles–, pues al final algunos de los presentes tienen la posibilidad de saludarle personalmente.

Los encuentros dominicales exigen por ello más entrega y tiempo por parte de Karol Wojtyla, de 82 años de edad, pero los peregrinos y periodistas han podido constatar que el contacto cercano le revitaliza.

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ZENIT Staff

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