CIUDAD DEL VATICANO, 11 noviembre 2002 (ZENIT.org).- El acontecimiento más importante organizado por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) durante el año 2002, dedicado a la relación entre Iglesia y medios de comunicación, concluyó este sábado constatando que el desafío no es la falta de recursos, sino de compromiso.
Así lo constató con tajante claridad Dino Boffo, director del diario católico Avvenire, al intervenir en la ceremonia de clausura –al final participó en la misma Juan Pablo II–, del Congreso «Parábolas mediáticas – Hacer cultura en tiempos de comunicación» (Cf. Zenit, 10 de noviembre de 2002).
El desafío de los medios a los católicos
Ante unos ocho mil profesionales de la comunicación, reunidos en la sala de la audiencias generales del Vaticano, Boffo afirmó, «A partir de hoy quisiéramos que la Iglesia italiana ya no fuera la misma. Que se apoderara de ella una especie de vértigo para acabar con la timidez y la ausencia, así como cierto recelo y arrogancia, hijos con manifestaciones diferentes del mismo sentido de incapacidad, del mismo miedo».
Boffo desarticuló en su intervención una de las excusas más comunes a la hora de explicar la ausencia de los católicos en los medios de comunicación: la falta de recursos.
«El problema de la relación entre medios de comunicación e Iglesia no se resuelve multiplicando los instrumentos, los medios de comunicación –advirtió–, o abocándose totalmente con ímpetu ingenuo al último instrumento que se asoma».
«Medios tenemos en abundancia –constató el director de «Avvenire»–. Es uno de los sectores en los que más hemos recibido del pasado». Pero, añadió, «es necesario preguntarnos si hemos comprendido el motivo por el que estamos en ellos».
«Es necesario preguntarnos por qué se mantiene una infravaloración práctica en torno a estos instrumentos. Cierto escepticismo, cierta frialdad». Habló incluso de «actitud inexplicable», de «obstinación cultural», en muchos ambientes católicos.
«Como si independencia de juicio y profesionalidad sólo pudieran encontrarse por principio en empresas editoriales que no son nuestras», siguió diciendo Boffo, profesional laico.
Para superar estos prejuicios y crear conciencia, según el director de «Avvenire», se requiere «que toda comunidad tenga sus propios animadores de la cultura de la comunicación» para que pueda promoverse entre los católicos «un juicio crítico, inteligente, y adecuado de los medios de comunicación».
«Dicen en voz baja los expertos de marketing del sector que si los católicos supieran las potencialidades que tienen, el recurso que constituye su red de presencia capilar sobre el territorio (…) entonces sí…». Y dejó la frase sin acabar.
El desafío de los católicos a los medios
El día anterior, viernes, tomó la palabra en el mismo Congreso el director de otro diario católico, «La Croix» de Francia, Bruno Frappat, para alentar a los comunicadores católicos a desafiar la actualidad con entusiasmo y sobre todo con talento.
Para Frappat, que ha trabajado durante 26 años en el periódico «Le Monde», el periodista cristiano tiene un dilema por resolver: creer en la Buena Nueva pero tener que interesarse por las malas noticias.
Esto requiere creatividad, libertad responsable y profesionalidad, constató. La tarea de los medios cristianos no es pintar el mundo de color de rosa –aseguró– sino pintarlo con colores reales, dando la posibilidad a la Buena Nueva de expresarse. Esto puede provocar que el periodista se vea obligado a escribir contracorriente para poder desvelar la esperanza en los demás.
«Profesionalidad, cultura de red, talento y creatividad son absolutamente necesarias en un periodista católico», aseguró Frappat.
El periodista, advirtió, tiene que tener un «entusiasmo y pasión por el mundo real, no por un mundo nostálgico», concluyó.