CIUDAD DEL VATICANO, 31 marzo 2003 (ZENIT.org).- La Congregación para las Iglesias Orientales ha lanzado un «afligido llamamiento» a los obispos de todo el mundo para colaborar al sostenimiento de los cristianos de Tierra Santa, más necesitados que nunca dada la crisis que atraviesa la región.
De acuerdo con el prefecto del dicasterio, cardenal Ignace Moussa Doud ,«la comunidad católica, con la fidelidad de la fraternidad eclesial, siempre ha mostrado a la Iglesia de Jerusalén su solícita cercanía, sosteniendo el testimonio “único” que ésta está llamada a dar ante el mundo».
Así se expresó en una carta –en seis idiomas diferentes— en la que recuerda que este apoyo responde a los llamamientos de distintos pontífices, desde Pablo V en el siglo XVII hasta Juan Pablo II, según recogió este lunes Radio Vaticana .
El mensaje del cardenal Daoud además «se hace eco de los innumerables pronunciamientos con los que el Santo Padre continúa mostrando su paternal cercanía a la Iglesia que vive en la Tierra de Jesús».
Igualmente, en nombre de Juan Pablo II, el purpurado agradece a todos los obispos y a sus colaboradores «la admirable sensibilidad demostrada hasta la fecha», expresando su «plena confianza» en que tal sensibilidad «será confirmada también en lo sucesivo».
El «afligido llamamiento» del cardenal Daoud a todas las diócesis del mundo a favor de los cristianos de Tierra Santa se realiza con vistas al Viernes Santo, día tradicionalmente dedicado a la oración y a la colecta para la comunidad católica local y para el sostenimiento de los Santos Lugares.
«La dramática situación actual –subraya el cardenal Ignace Moussa Doud— impone un esfuerzo especial, también en términos materiales».
«Los cristianos de Tierra Santa, particularmente tentados en las circunstancias presentes por la sensación de aislamiento y abandono –continúa–, deben, de hecho, experimentar la caridad evangélica que a todos nos une en Cristo y el aliento de toda la Iglesia para permanecer en las comunidades de origen».
En este contexto, la carta precisa que la Congregación para las Iglesias Orientales, por mandato pontificio, tiene la responsabilidad de coordinar la intervención de la Iglesia universal para que sea equitativa y eficaz.
Comunidades y entes católicos, por su parte, atienden el sostenimiento no sólo en cuanto a las necesidades ordinarias, sino también en las «imponentes necesidades extraordinarias» de numerosas escuelas e instituciones de formación y cultura, hospitales y centros de asistencia sanitaria y caritativa, así como estructuras pastorales y educativas en torno a las cuales se desarrolla la custodia de los Santos Lugares y se expresa la vida de los cristianos.