Análisis genético: aparece la marginación genética

Aumenta el temor a que las compañías de seguros y los encargados de selección de personal discriminen a quienes tengan una predisposición genética desfavorable.

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28 abr 2001 (ZENIT.org).- Aumenta el temor a que las compañías de seguros y los encargados de selección de personal discriminen a quienes tengan una predisposición genética desfavorable.

Para evitarlo, el Gobierno del Reino Unido anunció recientemente que el resultado de los análisis genéticos no puede ser utilizado por las compañías de seguros para discriminar a los pacientes. Al mismo tiempo, según la BBC (19 de abril), el secretario de Sanidad Alan Milburn anunció un incremento de fondos para la investigación genética; ello incluirá la introducción de una prueba para identificar a las mujeres portadoras del gen relacionado con un mayor riesgo de cáncer de mama.

Al anuncio de la prohibición de la discriminación genética llevó el informe de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Casa de los Comunes que urgía a actuar para prevenir la creación de lo que algunos denominan una «subclase genética».

Existen ya problemas con la investigación, como informaba «The Times» el 8 de febrero. Una de las mayores empresas de seguros, «Norwich Union Life», admitió la utilización de pruebas genéticas no aprobadas para detectar enfermedades potencialmente fatales a la hora de decidir si conceder un seguro de vida o no.
Pruebas genéticas a los trabajadores de ferrocarriles

En Estados Unidos, el tema de la discriminación genética suscitó un escándalo este año por las pruebas realizadas a trabajadores de ferrocarriles. «Los Angeles Times» del 25 de febrero informaba que la «Burlington Northern Santa Fe Corp.» estaba llevando a cabo un programa de revisiones genéticas -sin que lo supieran- en los trabajadores que habían alegado que su trabajo les producía el síndrome del túnel carpiano.

A Gary Avery un médico le diagnosticó que sufría síndrome del túnel carpiano, agravado por el trabajo. Tras una operación para aliviar su condición, el ferrocarril le sugirió que viera a un doctor para hacerse pruebas adicionales. Su mujer, Janice, es enfermera y sospechó al enterarse de que iban a realizar análisis de sangre a su marido.

Tras rehusar seguir adelante con las pruebas, Gary Avery presentó una reclamación ante la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo de Estados Unidos (EEOC). Cuando se divulgó el tema de los test genéticos, cinco trabajadores se quejaron ante la EEOC de que se les había extraído sangre durante los exámenes médicos, pero no sabían su destino.

La EEOC reconoció el mérito de la enfermera de Nebraksa, de 47 años, al descubrir lo que podría llevar a la primera prueba en los tribunales de la postura de la Agencia que la ley federal que protege a las personas minusválidas contra la discriminación protege a los trabajadores de la discriminación genética.

Según el médico que hizo la prueba usada con los trabajadores ferroviarios, Phillip Chance, jefe de genética del desarrollo en el Hospital de Niños y Centro Medico Regional, el análisis de un trozo que falta al cromosoma 17 sería de poco o ningún valor a la hora de discriminar a los trabajadores a causa del síndrome del túnel carpiano.

Australia prohibe los análisis

A finales del año pasado, el Gobierno federal de Australia prohibió por dos años las pruebas genéticas obligatorias a quienes solicitan un seguro de vida, según el «Sydney Morning Herald» del 11 de noviembre.

En cualquier caso, la Comisión Australiana de la Competencia y los Consumidores declaró que a las miles de personas que ya hayan sido sometidas a pruebas genéticas, se les podría pedir que revelaran los resultados al suscribir una póliza de seguros. Durante la prohibición de dos años, el Gobierno realizará una investigación para examinar el tema de las pruebas genéticas, especialmente las cuestiones sobre derecho a la intimidad y la discriminación.

En febrero de 1998, el Vaticano llamó a un grupo de expertos para examinar el tema del genoma humano y los derechos humanos. En su declaración final, la Cuarta Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida afirmó que «
todo uso del conocimiento derivado de la investigación sobre el genoma humano con fines de estigmatización o discriminación contra quienes son portadores de genes patógenos o que son susceptibles de desarrollar ciertas enfermedades, es moralmente inaceptable, ya que es contrario a la inalienable dignidad e igualdad de todos los seres humanos y a la justicia social».

En su discurso a los participantes en la Asamblea, el 24 de febrero, Juan Pablo II indicaba que el progreso científico en el campo de la genética ha dado a la humanidad la posibilidad de descubrir muchos aspectos positivos sobre la naturaleza del cuerpo humano. Sin embargo, también advertía que a veces conocimiento y poder se unen de un modo que puede amenazar a la dignidad humana. Juan Pablo II hizo un llamamiento a los científicos a trabajar por el bien común de la humanidad, que se logra mediante la protección del bien de cada persona.

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ZENIT Staff

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