El cardenal Castrillón plantea una nueva era de relaciones fe-cultura

Conclusiones del Congreso-encuentro celebrado en Tenerife

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LA LAGUNA (TENERIFE), 9 mayo 2001 (ZENIT.org).- Una vez más, al igual que todos los años, la fe cristiana y la cultura en su más elevada expresión se han vuelto a dar cita, como sucede ya desde hace diez años, en la isla canaria de Tenerife, donde en la última semana de abril se celebró el Congreso Diálogo Fe-Cultura.

Del 23 al 28 de abril, en el Centro de Estudios Teológicos de Tenerife, con la colaboración de la secular Universidad de La Laguna, exponentes de ámbito nacional e internacional de la cultura, el arte, la universidad y la Iglesia se encontraron, en una cita de características únicas en el mundo.

La novedad de estos encuentros está en la participación del público (universitarios, seminaristas, intelectuales y católicos comprometidos de la isla), quienes junto a los ponentes y conferenciantes, se convierten en protagonistas del acontecimiento. No sólo tienen la oportunidad de dialogar con los invitados, sino que muchos de ellos tienen reservados momentos para su exponer sus propios trabajos o investigaciones.

La última ponencia y síntesis del encuentro corrió a cargo del cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación vaticana para el Clero, quien hizo un agudo análisis de la situación por la que atraviesa en estos momentos la relación entre la cultura y la fe.

Citando la expresión de Paul Ricoeur, que define nuestro tiempo como el de «hipertrofia de los medios y atrofia de los fines», lo calificó como una era «de éxitos y de fracasos, ambos ingentes». En este contexto, el desafío actual consiste en volver a valorar en su justa medida esa «chispita de la luz de Dios», que es la razón.

«He aquí –añadió el purpurado colombiano– la pequeñez de la Ilustración que rompió con la trascendencia: se quedó con la chispita y despreció el Sol».

Antes esta situación, el cardenal planteó una nueva era de relaciones y colaboración entre la fe y la cultura, como auspicia Juan Pablo II en su última encíclica «Fides et Ratio» (1998).

El gran éxito de la edición de este año fue la muestra interactiva «Diez años de Congresos Diálogo Fe-Cultura», una exposición realizada por los seminaristas de Tenerife que sirvió para hacer una especie de gran encuesta insular sobre los grandes desafíos que afronta el mundo globalizado a inicios de siglo. Los stands abordaban temas tan decisivos como Matrimonio y familia; Luces y sombras de Canarias; Pobreza e inmigración; Derechos Humanos; La Justicia; Diálogo fe-cultura; y Educación.

El arte canario, como todos los años, se hizo también presente en el Congreso-Encuentro con una sugerente exposición que, en esta ocasión, llevaba por título «Abiertos al absoluto». Al contemplar las sugerencias artísticas de pintores consagrados, así como jóvenes promesas canarias, los participantes en los momentos de pausa del congreso dialogaban sobre los temas puestos en el tapete de la discusión por los conferenciantes. Estas actividades dan precisamente el sentido al lema único del acontecimiento: congreso-encuentro.

Las relaciones Iglesia-Estado, en ocasiones sumamente complicadas, fueron ilustradas por monseñor Baltasar Porras Cardoso, arzobispo de Mérida y presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana.

El teólogo Bruno Forte, autor del borrador del documento de la Comisión Teológica Internacional «Memoria y Reconciliación» también se hizo presente. Este catedrático de la Facultad de Teología de Italia Meridional expuso en todo su atractivo «El Evangelio de la vida» como ««un proyecto de futuro».

No faltó ni siquiera la aportación del Jazz como laboratorio y sugerencia cultural, con la estupenda participación del grupo Jazzcore. La síntesis fe-cultura que alcanzó la música renacentista italiana fue reinterpretada por la Coral Universitaria de La Laguna.

El teatro también tuvo su protagonismo. La compañía Troysteatro puso en escena la pieza «Particular Barroca», dirigida por Ernesto Rodríguez Abad, con la que los participantes en el congreso revivieron el ambiente del Siglo de Oro español.

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ZENIT Staff

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