El palio simboliza las ovejas de Cristo y a Cristo mismo, dice el Papa

Misa para la imposición del palio

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CIUDAD DEL VATICANO, martes 30 de junio de 2009 (ZENIT.org).- El palio recuerda al rebaño de Cristo en el que los obispos son los pastores, pero también a Cristo mismo, el Cordero.

Así lo señaló el Papa en su homilía de la Misa de los santos Pedro y Pablo, celebrada este lunes en la basílica de San Pedro.

Durante la celebración, el Santo Padre impuso el palio a 34 arzobispos metropolitanos nombrados a lo largo del año (Cf. Zenit 25 de junio de 2009 para ver la lista).

Al inicio de la celebración, los 34 arzobispos fueron presentados por el cardenal protodiácono Agostino Cacciavillan.

La liturgia de la Misa incluye, después de la liturgia de la Palabra, el rito de bendición, por el Papa, de los palios, repartidos en dos bandejas y conservados en la tumba del apóstol Pedro hasta esta celebración.

Después viene el juramento de fidelidad y obediencia al Papa y a la Iglesia de Roma, pronunciado en pie por los arzobispos.

El Santo Padre impone el palio a cada uno de ellos, que van llegando hasta él en procesión, con los aplausos de los asistentes, muchos de los cuales han llegado hasta Roma en peregrinación acompañando al arzobispo de su país o de su diócesis.

La entrega del palio ofrece a cada arzobispo la oportunidad de un fraterno intercambio de palabras con el Papa, mientras los ceremonieros pontificios ajustan el palio sobre los hombros o el solideo sobre la cabeza, que puede haberse desplazado al colocar el palio.

En su homilía, Benedicto XVI quiso recordar el sentido del palio, “tejido con la lana de los corderos que el Papa bendice en la fiesta de Santa Inés”.

“Recuerda los corderos y las ovejas de Cristo, que el Señor ha confiado a Pedro con la tarea de apacentarles (Cf. Jn 21.15-18)”, dijo.

El palio también “recuerda a Cristo mismo, que como Buen Pastor, ha tomado sobre sus hombros a la oveja perdida, la humanidad, para devolverla a casa”, prosiguió.

Y añadió que “nos recuerda el hecho de que Él, el Pastor supremo, ha querido hacerse él mismo Cordero, para hacerse cargo, desde dentro, del destino de todos nosotros; para llevarnos y sanar nuestro interior”.

Finalmente pidió al Señor “que nos conceda ser pastores justos como Él, “no porque se les obliga, sino porque quieren, como le gusta a Dios, … con ánimo generoso, modelo de la grey”.

El palio es una banda blanca que los arzobispos llevan sobre los hombros en representación del Buen Pastor que lleva a hombros el cordero hasta dar la vida.
 
El palio tiene la forma de una faja circular que carga sobre los hombros y de la cual penden ante el pecho y en la espalda dos tiras rectangulares, todo de lana blanca, de la que se destacan seis cruces bordadas en seda negra.

Suele adornarse con tres clavos metálicos, que recuerdan los clavos de la Pasión.

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ZENIT Staff

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