El Papa exige luchar contra la corrupción para erradicar la pobreza en Nicaragua

Al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Managua ante la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 14 marzo 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha exigido que las situaciones de «extrema pobreza» en Nicaragua no se conviertan en «endémicas», y ha destacado en este sentido la decisiva importancia de la lucha contra la corrupción.

Al recibir este sábado las cartas credenciales del nuevo embajador de Managua, Armando Luna Silva, con una de las carreras diplomáticas más destacadas del país, el pontífice dejó espacio a las preocupaciones que en este momento le suscitan la situación del país centroamericano.

En el discurso que le entregó en castellano comenzó reconociendo que las «situaciones de extrema pobreza» «son la primera injusticia» que afectan a muchos nicaragüenses.

«Su eliminación debe representar para todos una prioridad tanto en el ámbito nacional como en el internacional», afirmó el Santo Padre.

Por eso alentó al gobierno en su lucha por afrontar «ese mal que no puede considerarse endémico, sino resultado de una serie de factores que hay que afrontar con decisión y entusiasmo, de modo que se pueda mejorar verdaderamente la calidad de vida de los nicaragüenses».

«Dichos esfuerzos unidos a los de la comunidad internacional, cuya ayuda debe ser bien administrada con una gestión transparente, honesta y eficaz, son presupuestos imprescindibles para construir una sociedad pacífica, justa y solidaria, que responda verdaderamente a los anhelos de los nicaragüenses y esté en consonancia con sus tradiciones», afirmó el Papa.

«En esta lucha contra la pobreza es también un factor importarte la erradicación de la corrupción, que socava el justo desarrollo social y político de tantos pueblos», subrayó.

«Para construir una sociedad más justa y fraterna serán de gran ayuda las orientaciones de la doctrina social católica y las enseñanzas morales de la Iglesia, valores dignos de ser tomados en consideración por las personas que trabajan al servicio de la nación», recomendó el obispo de Roma, que ha visitado el país en dos ocasiones.

«No se puede caminar hacia una verdadera paz social sin un orden donde las libertades de los individuos sean cada vez más sólidas y a la vez, se estimule también la confianza de los ciudadanos en las instituciones públicas para una más activa colaboración y una participación responsable de todos al bien común», advirtió.

Por último, el Papa garantizó la colaboración de los obispos, sacerdotes, y religiosos de Nicaragua, en «los campos específicos de su actividad, para que sea más viva en cada uno la responsabilidad de cara a hacer más favorables las condiciones de vida para todos, pues el servicio integral al hombre forma también parte de la misión eclesial».

«La Iglesia local trata de fomentar la reconciliación y favorecer el desarrollo de una sociedad más democrática, ofreciendo su colaboración para que los valores como la justicia y la solidaridad, el respeto del Derecho y el amor por la verdad estén siempre presentes en la vida de los nicaragüenses», concluyó el Santo Padre.

De los más de cinco millones de habitantes de Nicaragua, el 89,12% son católicos, según el Anuario Estadístico de la Iglesia. La Iglesia en el país, afronta, entre otros desafíos, el de la escasez de presbíteros: según esta fuente, hay 12.145 habitantes por sacerdote.

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ZENIT Staff

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