El Papa llama a los jóvenes a ser promotores de paz, justicia y fraternidad

En su mensaje para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud

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CIUDAD DEL VATICANO, 11 marzo 2003 (ZENIT.org).- Ante la violencia que amenaza al mundo, Juan Pablo II ha confiado a los jóvenes la misión de testimoniar que sólo Cristo puede dar la verdadera paz al corazón del hombre, a las familias y a los pueblos de la tierra.

Así se desprende del mensaje del Santo Padre –publicado este martes– para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en todas las diócesis del mundo el domingo de Ramos –el próximo 13 de abril–.

«En este tiempo amenazado por la violencia, el odio y la guerra –dice el Papa a los jóvenes–, testimoniad que Él [Cristo] es el único que puede dar la auténtica paz al corazón del hombre, a las familias y a los pueblos de la tierra».

«Comprometeos en buscar y promover la paz, la justicia y la fraternidad –sigue diciendo–. Y no olvidéis la palabra del Evangelio: » Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios»» (Mateo 5, 9).

El tema de la Jornada de este año, «¡Aquí tienes a tu madre! (Jn. 19, 27)», está íntimamente unido al Año del Rosario proclamado por el Papa el 16 de octubre del 2002.

«Antes de morir –dice el Papa a los jóvenes de todo el mundo– Jesús ofrece al apóstol Juan aquello más precioso que posee: su Madre, María», quien «a los pies de la Cruz, en Juan, acoge en su corazón a toda la humanidad».

«Vosotros, queridos jóvenes, tenéis más o menos la misma edad de Juan y el mismo deseo de estar con Jesús. Hoy es a vosotros a quien Cristo pide expresamente que recibáis a María “en vuestra casa”, que la acojáis» «para aprender de Ella» «la disposición interior a la escucha y la actitud de humildad y de generosidad», dice el Papa.

Advirtiendo que el cristianismo no es una opinión personal ni consiste en palabras vanas, el Santo Padre afirma que «se nos entrega a María para ayudarnos a entrar en una relación más auténtica, más personal con Jesús».

«¡El cristianismo es Cristo! ¡Es una Persona, es el Viviente! –subraya–. Encontrar a Jesús, amarlo y hacerlo amar: he aquí la vocación cristiana».

La soledad, los fracasos y desilusiones de la vida personal, la dificultad de incorporarse al mundo de los adultos y a la vida profesional, las separaciones y lutos en la familia, la violencia de la guerra y la muerte de los inocentes son situaciones de sufrimiento que enfrentan los jóvenes hoy.

«Sabed, sin embargo, que en los momentos difíciles, que no faltan en la vida de nadie, no estáis solos –asegura el pontífice a los jóvenes–: como a Juan a los pies de la Cruz, Jesús os entrega también a su Madre para que os conforte con su ternura».

«Por ello –comparte el Papa– repito incluso hoy el lema de mi servicio episcopal y pontifical “Totus tuus” (Todo tuyo)».

«He experimentado constantemente en mi vida –revela– la presencia amorosa y eficaz de la Madre del Señor; María me acompaña cada día en el cumplimiento de la misión del Sucesor de Pedro».

En este contexto, invita a los jóvenes a que se entreguen a Ella con plena confianza. Así «resplandeceréis de la belleza de Cristo. Abiertos al soplo del Espíritu, seréis apóstoles intrépidos (…), aprenderéis a poner (a Cristo) en primer lugar en vuestra vida, a orientar a Él los pensamientos y las acciones».

En el Año del Rosario, Juan Pablo II invita a los jóvenes a rezarlo y subraya que esta oración «significa aprender a contemplar a Jesús con los ojos de su Madre, amar a Jesús con el corazón de su Madre».

«No os avergoncéis de rezar el Rosario», sugiere el Papa animando a los jóvenes a rezarlo mientras acuden a sus lugares de estudio o trabajo, con sus amigos y comunidades e incluso a proponerlo en sus familias «porque reaviva y consolida los vínculos» entre sus miembros.

«Esta oración –recalca– os ayudará a ser fuertes en la fe, constantes en la caridad, gozosos y perseverantes en la esperanza».

Juan Pablo II exhorta asimismo a los jóvenes a huir en sus vidas del egoísmo y la pereza. «Ahora más que nunca –advierte– es urgente que seáis los centinelas de la mañana».

«La humanidad entera –reconoce– tiene una necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a andar a contracorriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo su propia fe en Dios, Señor y Salvador».

Finalmente, y para ayudar a los jóvenes a preparar las próximas convocatorias, el Papa anuncia el tema de la XIX Jornada Mundial de la Juventud (2004), «Queremos ver a Jesús (Juan 12, 21)», y el de la cita de Colonia (Alemania) en 2005, «Hemos venido a adorarlo (Mateo 2, 2)», cuando se reunirá con los jóvenes en el marco de la XX Jornada Mundial de la Juventud.

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ZENIT Staff

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