El sacerdocio de Benedicto XVI

Por Giovanni Maria Vian

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CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 2 de julio de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo escrito por el director de L’Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian, con motivo del sexagésimo aniversario de sacerdocio de Benedicto XVI.

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Desde 1897, durante el largo pontificado de León XIII, un Papa no celebraba el sexagésimo aniversario de su ordenación sacerdotal. Y Benedicto XVI lo ha hecho, alcanzando esta meta poco habitual en la fiesta de san Pedro y san Pablo -los apóstoles patronos de la Roma felix cantada por los peregrinos medievales y luego por la liturgia- en una espléndida jornada de verano. Precisamente como aquella del 29 de junio de 1951 en Freising, cuando el venerable cardenal Michael von Faulhaber impuso las manos sobre la cabeza de Joseph Ratzinger, de su hermano mayor Georg y de otros 42 compañeros suyos.

Todos esos jóvenes, excepto uno, eran mayores que Joseph, el cual tenía veinticuatro años: la guerra había retrasado el curso de sus estudios en el seminario, transformado en lazareto. Y con el Papa, en presencia de su hermano, concelebraron tres de los nuevos sacerdotes de entonces: Fritz Zimmermann, Bernhard Schweiger y Rupert Berger, que al igual que los dos Ratzinger celebraron su primera misa en Traunstein el 8 de julio sucesivo. Otros, por la edad, no han podido asistir, mientras que la mayor parte de los amigos de aquel día vive ya en la comunión de los santos.

Y precisamente sobre la amistad -la amistad con Dios, la amistad cristiana, la amistad con toda persona humana- Benedicto XVI moduló su homilía, una meditación profunda sobre el sacerdocio dirigida a todos los fieles y a quienes quieran escuchar. Abriendo el corazón a las palabras de un hombre que ha dedicado y dedica cada día de su vida a descubrir la grandeza del amor de Dios y a buscar cada vez más su amistad. Para ir adelante, más allá de «los confines del ambiente en que vivimos, a llevar el Evangelio al mundo de los demás, para que impregne todo y así el mundo se abra para el reino de Dios». El Dios que se reveló definitivamente en Jesús de Nazaret, que es «amigo de los hombres» y quiere de sus discípulos un fruto que permanezca: el amor, que se puede sembrar en las almas.
Así, es providencial que este 60º aniversario del sacerdocio de Benedicto XVI, celebrado de forma tan comprometedora, coincida con los mismos días en que el periódico de la Santa Sede cumple un siglo y medio.

Indicando al diario que la senda es «seguir al Dios que se pone en camino, superando la pereza de quedarnos cómodos en nosotros mismos, para que él mismo pueda entrar en el mundo».

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ZENIT Staff

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