El sueño incumplido de Juan Pablo II para el Jubileo

Fracasa el proyecto del encuentro pancristiano

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CIUDAD DEL VATICANO, 8 ene 2001 (ZENIT.org).- El balance del Jubileo, que ha superado todas las previsiones en lo que se refiere a participación de fieles, constata, sin embargo, que uno de los sueños de Juan Pablo II han quedado en el tintero.

En efecto, el cardenal Roger Etchegaray, presidente del Comité Central para el Gran Jubileo, al encontrarse esta mañana con los periodistas para hacer una primera evaluación del año santo, reconoció que no se ha podido realizar la idea del Papa de convocar un encuentro pancristiano. Aunque, añadió, podría tener lugar en el futuro.

En 1994, en la carta apostólica de preparación del Jubileo, la «Tertio Millennio Adveniente», el Santo Padre había escrito: «La dimensión ecuménica y universal del Sagrado Jubileo, se podrá evidenciar oportunamente en un significativo encuentro pancristiano».

«Se trata de un gesto de gran valor –explicaba– y por esto, para evitar equívocos, se debe proponer correctamente y preparar con cuidado, en una actitud de fraterna colaboración con los cristianos de otras confesiones y tradiciones, así como de afectuosa apertura a las religiones cuyos representantes manifiesten interés por la alegría común de todos los discípulos de Cristo».

Ahora bien, el Jubileo ha vivido intensos momentos de diálogo ecuménico. Comenzaron con la apertura «conjunta» de la Puerta Santa de la Basílica romana de San Pablo Extramuros (18 de enero). Juntos empujaron los batientes de la puerta Juan Pablo II, el primado anglicano, George Carey, y el arzobispo ortodoxo Athanasios del Patriarcado ecuménico de Constantinopla.

Otro paso decisivo tuvo lugar durante la Jornada del Perdón (12 de marzo), cuando por primera vez la Iglesia, con el Papa a la cabeza, mostró su arrepentimiento por las injusticias cometidas por los católicos a lo largo de la historia y por el escándalo de la desunión de los cristianos.

El 7 de mayo el diálogo hacia la unidad experimentó un nuevo impulso con la celebración, en el Coliseo, de los Testigos de la fe del siglo XX. En el lugar que la historia han marcado como el del martirio cristiano por antonomasia, el Santo Padre –acompañado de representantes de casi todas las confesiones cristianas– rindió homenaje a los centenares de miles de cristianos que dieron la vida por Cristo en un siglo marcado por las guerras y la intolerancia.

La peregrinación jubilar del Papa a los lugares de la salvación ha sido también otro momento importante para el ecumenismo. Entre el 24 y el 26 de febrero visitó Egipto, donde se encontró con el patriarca copto ortodoxo Shenouda III.

Después, el 26 de marzo, el Papa impulsó la unidad entre todas las Iglesias y comunidades cristianas de Tierra Santa al encontrarse con todos sus líderes en la sede del patriarcado greco-ortodoxo de Jerusalén. Huésped y promotor de la iniciativa fue el patriarca Diodoros I, fallecido el 20 de diciembre pasado.

Si el balance del Jubileo quiere ser completo, hay que mencionar también el fracaso del deseo del Papa para visitar Irak (Ur de los Caldeos), la patria de Abraham, padre en la fe de judíos, cristianos y musulmanes. El Papa hizo una peregrinación «espiritual» a esa tierra el pasado 23 de febrero en la Sala de Audiencias del Vaticano.

Queda todavía pendiente el anuncio hecho por el Papa de peregrinar a Damasco y a Atenas, tras las huellas de San Pablo con motivo del Jubileo.

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ZENIT Staff

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