El Vaticano pide ayudar a los ancianos favoreciendo sus contactos con los jóvenes

Propuesta del arzobispo Renato Martino ante la ONU

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NUEVA YORK, 8 octubre 2002 (ZENIT.org).- La Santa Sede expuso ante las Naciones Unidas la experiencia de la Iglesia en el trabajo con las personas mayores que recomienda el contacto entre personas de todas las edades para evitar que la tercer edad se convierta en un mundo aislado.

El arzobispo Renato R. Martino, jefe de la delegación de observación permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, presentó esta sugerencia decisiva para un mundo en el que aumenta el número de ancianos en un comunicado publicado con motivo del debate sobre el Informe del secretario general de la ONU tras el año internacional de los mayores y la segunda asamblea mundial sobre el envejecimiento.

La Cumbre se había celebrado el 12 de abril pasado en Madrid y de ella surgió el Plan Internacional de Acción sobre Envejecimiento 2002, que fue apoyado por la Santa Sede. El arzobispo, recién nombrado presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, agradeció el apoyo que España presentó a aquel importante evento.

«Muchas personas, especialmente mayores, no son conscientes del trabajo que se ha hecho y demasiadas no saben que hay un plan para ayudarles a realizar mejor su papel en las sociedades en las que viven, y las responsabilidades que estas sociedades tienen en ayudar a las personas mayores a cumplir estos papeles», dijo el arzobispo en su comunicado.

Indicó, sin embargo, que su delegación cree que la programación de la ONU «no va muy lejos en sus recomendaciones sobre cómo el sistema de Naciones Unidas podría ayudar mejor a la implementación del Plan de Acción de Madrid»

Para ilustrar sus palabras, citó un ejemplo de trabajo bien hecho con personas de la tercera edad, el Centro Santa Ana para el Cuidado Intergeneracional, situado en Milwaukee, Wisconsin, EE.UU, gestionado por las Hermanas de San Francisco de Asís.

El centro reúne a personas de todas las edades y habilidades en una saludable vida familiar y les ofrece una amplio abanico de servicios educativos y terapéuticos, todos basados en la interacción entre personas de diferentes generaciones.

Las personas mayores comparten las instalaciones con los niños, de manera que pueden interactuar con ellos, mientras que los niños tienen una oportunidad de aprender y sentirse a gusto con personas ancianas.

«La Santa Sede ofrece este ejemplo como muestra de lo que la Iglesia católica hace a través de sus programas locales diocesanos. De hecho, mi delegación informa que en todo el mundo la Iglesia católica, a través de sus diferentes agencias y programas locales diocesanos opera en más de 13 mil (13.238) casas, e instituciones de asistencia a personas mayores».

La Iglesia quiere servir a estas personas en el espíritu indicado por Juan Pablo II, concluyó: «La vejez es un tiempo de gracia, una invitación a unirse con mayor amor al misterio salvador de Cristo y a participar más profundamente en su plan de salvación».

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ZENIT Staff

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