Existe el derecho a emigrar y el derecho a no emigrar, afirma el Papa

En su Mensaje para la Jornada Mundial de las Migraciones de 2004

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CIUDAD DEL VATICANO, 23 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Existe el derecho a emigrar y el derecho a no emigrar, afirma Juan Pablo II en el mensaje que ha escrito con motivo de la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado que se celebrará en el año 2004.

La Jornada se celebra en las fechas establecidas por las respectivas conferencias episcopales. En esta ocasión lleva por lema «Migraciones desde una óptica de paz».

En primer lugar, el pontífice explica que «crear condiciones concretas de paz, en lo que concierne a los emigrantes y refugiados, significa comprometerse seriamente para salvaguardar ante todo el derecho a no emigrar».

«Es decir –aclara–, a vivir en paz y dignidad en la propia patria».

«Gracias a una atenta administración local y nacional, a un comercio más equitativo, a una solidaria cooperación internacional, hay que ofrecer a todo país la posibilidad de asegurar a sus habitantes, además de la libertad de expresión y de movimiento, la posibilidad de satisfacer sus necesidades fundamentales», subraya.

Menciona, en particular, «la comida, la salud, el trabajo, la casa, la educación, sin las cuales mucha gente se ve en la obligación de emigrar por la fuerza».

En segundo lugar, el mensaje pontificio reconoce que «existe también el derecho a emigrar».

«El fundamento de este derecho», indica citando los números 30 y 33 de la encíclica del Papa Juan XXIII «Mater et magistra», «es el destino universal de los bienes de este mundo».

«Corresponde obviamente a los gobiernos reglamentar los flujos migratorios en el pleno respeto de la dignidad de las personas y de las necesidades de sus familias, teniendo en cuenta las exigencias de las sociedades que acogen a los inmigrantes», recalca.

«En este sentido, existen ya acuerdos internacionales que tutelan a los que emigran, así como a quienes buscan refugio o asilo político en otro país. Son acuerdos que siempre pueden ser ulteriormente perfeccionados», reconoce.

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ZENIT Staff

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