ROMA, 11 abril 2003 (ZENIT.org).- La Iglesia es un misterio de maternidad en el que María es su modelo, afirmó este viernes el predicador de las meditaciones con las que Juan Pablo II y sus colaboradores de la Curia romana se preparan para vivir la Pascua.
El padre Raniero Cantalamessa comenzó presentando una pregunta provocadora: «¿Qué es lo que me evoca en primer lugar la palabra «Iglesia»? ¿Personas, encargos, problemas, daños recibidos?».
Con frecuencia, respondió el fraile capuchino, por «Iglesia» se entiende «el Vaticano», o también «la jerarquía: papa, obispos y sacerdotes».
«Nosotros corremos el riego de adecuarnos a este equívoco, o incluso de provocarlo», reconoció el predicador de la Casa pontificia al dirigirse a los hombres de Iglesia presentes en la capilla «Redemptoris Mater».
A continuación pasó a desarrollar una meditación sobre la esencia de la Iglesia a la luz de las palabras que Cristo en la Cruz dirigió al apóstol Juan: «Hijo, ahí tienes a tu madre».
«Al sufrir con el Hijo que moría en la Cruz, María cooperó de una manera totalmente especial en la obra del Salvador, con obediencia, fe, esperanza y ardiente caridad, para restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por este motivo, fue para nosotros madre en el orden de la gracia», aclaró.
«Este es el sentido de las muchas expresiones que hablan de María como «figura de la Iglesia», «espejo de la Iglesia», «primicia de la Iglesia», «Iglesia en estado naciente»», explicó.
El pasaje evangélico, añadió el padre Cantalamessa, concluye diciendo: «Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa».
«Esta palabra vale conjuntamente para María y para la Iglesia y es una invitación renovada a tomar con nosotros, entre las cosas más queridas, a la Iglesia»
«La Cuaresma es tiempo de conversión –concluyó– y este año yo he pedido al Señor para mí la gracia de convertirme a la Iglesia».
