"Quiero ser una espada de fuego en el ministerio santo"

La Iglesia reconoce la santidad de Luis Guanella este domingo

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 21 octubre 2011 (ZENIT.org).- Este domingo 23 de octubre, la Iglesia reconocerá la santidad del italiano universal Luigi Guanella, fundador de la congregación de las Hijas de Santa María de la Providencia y de la Congregación de los Siervos de la Caridad.

Su obra se extiende a veinte países, desde los que se vivirá con entusiasmo este paso definitivo del proceso de canonización del santo de la Caridad.

En varios países americanos de habla española, está muy presente la obra de Don Luis Guanella, informa a ZENIT José Antonio Grau, de la Obra Don Guanella, desde Argentina.

San Luis Guanella nació en Fraciscio de Campodolcino, Sondrio, Italia, el 19 de diciembre de 1842, hijo de Lorenzo y de María Bianchi.

Terminados los estudios en el colegio Gallio y en el seminario diocesano de Como, donde recibió la ordenación sacerdotal el 26 de mayo de 1866, ejerció su ministerio durante nueve años en la diócesis, primero en Prosto y después en Savogno.

Tanto en el colegio como en el seminario, destacó por su piedad y amor al estudio. El

26 de mayo de 1866, Luis Guanella fue ordenado sacerdote en Como y el 31 de mayo, celebró en Prosto su primera misa. Su lema de ordenación fue: Quiero ser una espada de fuego en el ministerio santo.

En sus primeros años en Prosto y luego en Savogno impartió instrucción religiosa al tiempo que alfabetizaba a niños y adultos.

San Juan Bosco lo amó como a un amigo y hermano y lo invitó a Turín, a donde llegó en enero de 1875.

Durante los tres años que permaneció como salesiano fue director de un Oratorio frecuentado por setecientos jóvenes, redactó el estatuto de los Cooperadores Salesianos y sugirió a Don Bosco promover las vocaciones religiosas adultas.

Se separó agradecido y con dolor de aquella congregación en busca de su propia intuición vocacional sin imaginar las múltiples incomprensiones y obstáculos que hallaría en su camino.

Volvió a trabajar a la diócesis, donde había sido reclamado, esperando confiadamente que sonase, como solía decir, la hora de la Providencia, para comenzar aquellas obras de caridad por las que sentía un atractivo natural y vocación divina.

Entre dificultades de todo género, desconfianzas, incomprensiones, persecuciones, vio truncarse ya en los inicios todas las posibilidades de trabajo. Sin embargo, con gran fe, “esperó la hora de la Providencia”.

El obispo le envió a Pianello Lario, a suceder al sacerdote Carlos Coppini, quien había dirigido a un pequeño grupo de jóvenes comprometidas y bien formadas que querían seguir a Jesús en la vida religiosa.

Cinco años fueron suficientes para que el grupo se convirtiese en una organización dispuesta a confiar y a seguir las huellas de Luis Guanella.

Una tarde de abril del 1886, una pequeña barca salía de Pianello hacia Como. Iban en ella además del barquero, dos hermanas, algunas niñas huérfanas, y algunos pobres utensilios. Era el salto a la ciudad, la primera experiencia de “misión”.

Allí se consolidó la Obra entre pruebas, contratiempos y persecuciones. El grano de trigo se convirtió en espiga. Se multiplicaron las casas. Las dos congregaciones que fundó -las Hijas de Santa María de la Providencia y los Siervos de la Caridad- le ayudaron a hacer posible su sueño: que muchos pobres (ancianos, niños, discapacitados, etc.) tuvieran una casa, una familia, formación, asistencia, calidad de vida.

En 1903, fundó en Roma con la ayuda de su amigo san Pío X. En 1913 y, a pesar de sus setenta años, partía hacia Estados Unidos. Su deseo era llevar hasta allí su obra para ofrecer ayuda a los emigrantes italianos.

En enero de 1915, acudió inmediatamente a ayudar a los damnificados en un terremoto que asoló una de las regiones de Italia. Tenía un corazón enorme. Esta fatiga y otras muchas desgastaron sus energías y aceleraron su fin. Murió en Como el 24 de octubre de 1915.

La Congregación de los Siervos de la Caridad, rama masculina de la obra, está presente en veinte países de cuatro continentes.

En concreto está presente en Italia, Suiza, España, Rumanía, Polonia, Israel, Estados Unidos, Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Colombia, Guatemala, México, Filipinas, India, Nigeria, Congo, Ghana y Vietnam.Allí realiza tareas de educación, rehabilitación, salud y asistencia, así como de promoción cultural de las personas sin instrucción básica.

Cuenta con 528 religiosos de los cuales 317 son sacerdotes, 38 hermanos, 140 seminaristas, un obispo y 32 novicios. El superior general es el italiano Alfonso Crippa.

La rama femenina, la Congregación de las Hijas de Santa María de la Providencia, está presente, con unas setecientas religiosas, en catorce países de tres continentes.

Italia, Suiza, España, Rumania, India, Filipinas, Colombia, México, Argentina, Paraguay, Chile, Estados Unidos, Canadá y Brasil son los países en los que tienen diversas obras en el campo de la educación y la rehabilitación y en el sector socio-sanitario. La superiora general es la italiana Serena Ciserani.

Para desarrollar con competencia y eficacia su misión, ambas congregaciones cuentan con laicos formados en la escuela del carisma, personal especializado y de búsqueda científica, realizada incluso con iniciativas propias.

Los laicos -cooperadores, ex-alumnos, amigos, trabajadores, huéspedes y sus familias, grupos de familia, colaboradores parroquiales, jóvenes del M2G, asociados, miembros del voluntariado nacional e internacional, ASCI- forman junto al movimiento laical guanelliano, una red –presente ya en el corazón del fundador- que une a todas las personas y a todos los grupos que, desde su particularidad, comparten el mismo carisma de la caridad, respetando su camino y su identidad espiritual particular.

El día 23 de octubre, domingo, el canal EWTN televisará en directo la beatificación. (http://www.ewtn.com/tv/EspInt_2011_Oct_23_Week.asp).

Y el sábado 29, la familia Guanelliana en Argentina convoca a celebrar la santidad de su fundador, desde las 18 horas en el Obelisco, donde se concentrarán para marchar a la catedral y celebrar la misa y diversos actos y espectáculos que enmarcan el cierre del Jubileo.

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ZENIT Staff

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