Un mosaico dedicado a Juan Pablo II en el Santuario del Divino Amor

La obra «Roca de la Iglesia» se inaugura este sábado, fiesta litúrgica del beato

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ROMA, viernes 21 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- Este sábado 22 de octubre, día de la primera fiesta litúrgica del beato Juan Pablo II, se inaugurará un mosaico dedicado a Juan Pablo II en el Santuario del Divino Amor de Roma.

La obra será acogida por una solemne celebración eucarística, a las 17 horas, presidida por el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica de San Pedro.

En el evento estarán presentes los obispos ordinarios militares de todo el mundo. Seguirá el Concierto de la Banda del Cuerpo militar de la Cruz Roja Italiana, en el Auditorio del Santuario.

El mosaico se coloca en recuerdo de la primera visita del papa Wojtyla al Santuario del Divino Amor (1 de mayo de 1979) y de su beatificación (1 de mayo de 2011).
El mosaico, regalo de Teresita Olivares Paglione, obra del pintor Luca Vernizzi y realizado por Marco Santi del grupo de mosaicos de Rávena, recibe el título de Roca de la Iglesia, refiriéndose a las palabras de Benedicto XVI que, en el transcurso de la ceremonia de beatificación definió a su predecesor como “roca de virtud, roca de la Iglesia”.

La obra representa al beato Juan Pablo II que pone una flor a la Virgen del Divino Amor, protectora de Roma: fue al icono de la Virgen al que los romanos dirigieron su súplica por la salvación de la ciudad, ocupada por los nazis.

La “roca” es también una metáfora de la investidura petrina con la que Jesús designa a Simón Pedro como su primer sucesor, “la piedra” sobre la que Cristo edifica su Iglesia.

Encerrada en una roca está la obra de Luca Vernizzi, un bloque de piedra en bruto en el que se revela el rostro del beato, realizado a mosaico por el maestro Marco Santi.

De nuevo en la técnica elegida para la realización de la obra con teselas de mosaico, se renueva el homenaje a la antigua tradición artística petrina.

Luca Vernizzi, creador del mosaico dedicado a Juan Pablo II, de 70 años de edad, milanés de origen ligurio, es autor de retratos a numerosos personajes ilustres del mundo de la cultura: Dino Buzzati, Giorgio Armani, Riccardo Bacchelli, Pietro Barilla, Giulietta Masina, Eugenio Montale.

Con respecto a su obra “wojtylana”, Vernizzi afirmó: “He querido que en el retrato se reproduzca su fuerza, su ser roca de la Iglesia, que se trasluce en la mano que se ve en el primer plano, ligeramente más grande con respecto a las proporciones clásicas, una mano que se dirige al espectador y que da el sentido de fuerza pero también una sensación de cercanía, una mano en la que nos podemos sostener”.

“La gran dificultad fue hacer el retrato del Papa a partir de una fotografía -explicó el artista- eliminar la estaticidad y la muerte de la imagen impresa, para que el retrato pudiese ser realizado como del natural”.

“Fundamentales fueron los ojos, son estos los que determinan el retrato y he querido darle junto a la profundidad, dulzura y serenidad -añadió-. El desafío de unir estos tres elementos era lo que me apasionaba”.

“El contraste entre la delicadeza de las flores y la enérgica figura del Pontífice -afirmó la historiadora de arte Elena Pontiggia, profesora de la Academia de Brera-sugirió a Vernizzi una imagen verdadera y reinventada, donde el papa está aislado del fondo del cielo y tiene en la mano una pequeña flor”.

“Se trata de un atributo insólito para un pontífice -añadió la profesora Pontiggia- en la milenaria historia de la Iglesia, los sucesores de Pedro se representan con los signos de su dignidad sacerdotal, o con unas vestiduras de pastores de la grey, o como mecenas de un edificio sagrado o en algunas de sus gestas destacables. Pero nunca con elementos florales”.

La roca del mosaico se colocará ante el Santuario, allí donde, en la visita de 1979 estaba el prado donde aterrizó el helicóptero del Papa.

“Dará la bienvenida a quien entra y despedirá a quien vuelve a casa, indicando con su mano grande y fuerte la valentía, y con las flores del campo la ternura de la auténtica devoción mariana”, declaró monseñor Pasquale Silla, rector del Divino Amor.

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ZENIT Staff

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