LONDRES, 12 nov (ZENIT.org).- Un informe de siete líderes eclesiales locales en China revela ansiedad ante el impacto de las nuevas normas que regulan las actividades religiosas de los extranjeros, emitidas por las autoridades a finales de septiembre, según informa la agencia Compass.
Las normas, que prohiben a todos los extranjeros que viven o visitan China «explicar las Escrituras» en iglesias no oficiales, no son de hecho «nada nuevo» según los líderes eclesiales.
«Los cristianos extranjeros que nos asisten en nuestros seminarios de aprendizaje de la Biblia saben los riesgos», dijo un cristiano residente en Guangzhou. «Nuestra esperanza es que un la gente pueda saber a través de estas normas la represión que sufrimos».
Los movimientos eclesiales domésticos frecuentemente recurren a profesores de Biblia extranjeros, usualmente chino-hablantes de Taiwán, Singapur y Malasia, aunque a veces son profesores de Estados Unidos.
El 23 de agosto pasado, tres profesores de Biblia norteamericanos de la iglesia Vineyard de California fueron arrestados en la ciudad de Fangcheng, al sur de la provincia de Henan. Fueron deportados en 48 horas, pero también fueron detenidos unos cien miembros que asistían a los seminarios. Algunos han sido liberados desde entonces pero no todos.
Según un líder eclesial local de la ciudad fe Fangcheng, «nuestro movimiento crece en un 20% cada año, pero si no tenemos en cuenta a los 1.200 líderes, apenas 50 personas se han bautizado en los último cuatro años y de esos 50, sólo 20 han recibido amplia instrucción de la Biblia. Por esto necesitamos profesores extranjeros que vengan y nos ayuden a progresar en las Escrituras, si no acabaremos siendo poco ortodoxos, nos convertiremos en una secta».
Añadió: «Paradójicamente, el Gobierno está diciéndonos siempre que no debemos convertirnos en sectas. Pero su política lo hace más probable porque nos impiden enseñar a los nuevos convertidos la verdad de la fe cristiana»
El nuevo código para las actividades religiosas de los extranjeros fue técnicamente promulgado el 26 de septiembre por la Administración Estatal de Asuntos Religiosos. Es una ampliación del documento principal que limitaba previamente las actividades religiosas de los extranjeros, llamado Decreto 144, aprobado por el Consejo estatal en enero de 1994.
El nuevo código consta de 22 artículos –10 más que el decreto 144– y afirma el principio básico de que todas las actividades religiosas de los extranjeros en China deben ser aprobadas previamente por órganos oficiales y sólo deben tener lugar en iglesias aprobadas oficialmente.
El artículo 6 exige que uno debe asegurarse un permiso si quiere rezar en una iglesia católica. El artículo 12 prohíbe a los extranjeros ofrecer material religioso impreso o en vídeo «si la cantidad excede la de un uso personal racional». Esta es la cláusula que hace el «contrabando de Biblias» ilegal.
El artículo 17 prohíbe a cualquier extranjero empeñarse en la llamada «actividad misionera». Esta incluye «rezar y explicar la Escritura o dirigir actividades de reuniones religiosas en lugares fuera de los sitios registrados legalmente para actividades religiosas», en otras palabras, no predicar en una iglesia doméstica no oficial.
Pero no hay nuevas normas, y los líderes eclesiales domésticos consultados confiesan su confusión sobre por los motivos que han llevado al Gobierno a emitir de nuevo un conjunto de reglas que ya estaban efectivamente en vigor.
«Podría ser porque temen la proliferación de la secta Falung Gong», dice un líder de una iglesia cristiana. Otro considera: «Quieren tener excusas para acosar a los profesores extranjeros de Biblia. Todo su empeño en los últimos años se concentra en pensar que si un cristiano rompe una ley, la comunidad de derechos humanos no protestará. No se dan cuenta de que los grupos de derechos humanos protestan contra la misma ley».
El padre Anthony Lam, investigador del Centro de Estudios Espíritu Santo de Hong Kong, afirma que la redacción de estas normas es tan imprecisa podrían ser infligidas por la visita de amigos a cualquier iglesia
Pero Lam se mostró de acuerdo con la opinión de los líderes eclesiales, según los cuales, hay pocas novedades en la nueva normativa: «La ley no busca más que legalizar la política gubernamental».