Juan Pablo II bautiza a 18 bebés en la Capilla Sixtina

Terminado el Jubileo, continúa con su ministerio a pleno ritmo

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CIUDAD DEL VATICANO, 7 ene 2001 (ZENIT.org).- Un día después de haber clausurado el Jubileo del año 2000, Juan Pablo II, como un párroco más, bautizó esta mañana a 18 bebés.

Testigo elocuente y al mismo tiempo inerte de la ceremonia fue la Capilla Sixtina, en la que Miguel Ángel plasmó su genio inconfundible. Elocuentes, pero sumamente sonoros, fueron sin embargo los lloriqueos de las 6 niñas y de los 12 niños procedentes de Italia, Francia y Portugal, que en ocasiones interrumpieron las palabras del Papa. Para serenar el ambiente, varias mamás tuvieron que echar mano en ocasiones a los biberones.

En la breve homilía, Juan Pablo II se dirigió a los padres y a los padrinos para recordarles el deber que han contraído de cooperar con la gracia de Dios en el crecimiento de los pequeños, a través de su compromiso en la educación, según los principios del Evangelio.

Se trata de una cita que el pontífice, que siempre ha demostrado su predilección por los niños, no ha querido perderse nunca desde el inicio del pontificado. En el día en el que la Iglesia celebra precisamente la fiesta del Bautismo de Jesús, año tras año ha administrado, ante el imponente Juicio Final el sacramento que, según los cristianos, hace de esos pequeños hijos de Dios.

Al pontífice, aunque se le notaba cansado por el maratón de ceremonias que ha presidido en el Vaticano durante los días de Navidad, se le veía sumamente contento. Al entrar en la Capilla Sixtina se detuvo en varias ocasiones para saludar a los fieles y no desaprovechó la ocasión para acariciar el rostro del algún pequeño.

El año santo ha dado prueba de esta cercanía del obispo de Roma con los más pequeños. El primer Jubileo por categoría fue el de los niños y, pocas horas antes de concluir el Jubileo, organizó en la tarde del 5 de enero una fiesta para los niños en el mismo Vaticano.

En esa ocasión, dirigiéndose a los 8.000 niños y niñas presentes, el sucesor de Pedro les dijo: «Vosotros seréis la primera generación de cristianos adultos del tercer milenio. Vuestra responsabilidad es muy grande. También seréis los protagonistas del próximo Jubileo en el Año 2025. Os miro con el corazón lleno de esperanza. Conservad la lámpara de la fe y con ella iluminad las calles de la vida e incendiar de amor el mundo».

Hoy, dirigiéndose a los 18 pequeños que no podían comprenderle, les invitó a ser «valerosos testimonios del evangelio» en este tercer milenio. Y a sus padres, emocionados, les dejó la tarea de transmitirles este mensaje cuando sean mayores.

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ZENIT Staff

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