El Papa destina medio millón de dólares a huérfanos del sida en Uganda

Una cuaresma al servicio de las víctimas del virus VIH

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CIUDAD DEL VATICANO, 12 febrero 2001 (ZENIT.org).- La Santa Sede dedicará de manera especial la Cuaresma del año 2001 a la asistencia a los enfermos de sida en Uganda. El anuncio ha sido realizado por el arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum».

El prelado alemán, encargado de alentar y coordinar la acción de caridad de la Iglesia en el mundo, al presentar el viernes pasado el mensaje de Juan Pablo II para la Cuaresma de este año, que comienza el próximo 28 de febrero, reveló que con este motivo el Papa ha puesto a disposición de los pequeños enfermos mil millones de liras, 435 mil dólares, que ha recibido como donativo del Ayuntamiento de Milán, con motivo del Jubileo.

El objetivo principal del programa será ofrecer asistencia integral a los niños huérfanos del sida en Uganda, aclaró el presidente de «Cor Unum». No sólo a nivel terapéutico, sino también educación, formación, y cercanía humana.

Citando el «International Herald Tribune» (6 de febrero de 2001), monseñor Cordes recordó que en el mundo hay 12 millones de menores de edad huérfanos del virus VIH: ya sea porque han perdido a uno a dos de sus padres, ya sea porque han sido abandonados. Algunos están también contagiados por el virus. «A veces ellos mismos son padres de familia, pues han quedado a cargo de hermanos más pequeños», constató.

La iniciativa apunta en la línea planteada por Juan Pablo II en la exhortación apostólica «Iglesia en África», en la que dice: «La lucha contra el sida tiene que ser afrontada por todos» y exige a los agentes de la pastoral que lleven «a los hermanos y hermanas contagiados por el sida todo el consuelo posible ya sea materia, moral o espiritual» (n. 116).

Para monseñor Cordes lo importante en la estrategia de la Iglesia en materia del sida consiste en afrontar el problema en su globalidad, es decir, «sin detenerse simplemente en la terapia o en la prevención, sino que considera la totalidad de la persona y apunta a la responsabilidad del individuo. Por tanto –añadió–, se hace determinante la educación, la relación con la comunidad, el compromiso responsable en la vida matrimonial y familiar».

Uganda ha sido el país escogido, pues, como reconoció Cordes es uno de los más afectados por este flagelo. «Por ejemplo –reveló–, a finales de 1997 la infección del VIH en los adultos ugandeses era de un 9,551%. En aquel período, los niños que habían quedado huérfanos de la enfermedad eran 1 millón 700 mil».

«Por otra parte –añadió–, en Uganda, gracias a la prevención, se han dado pasos en la lucha contra la enfermedad: en alguna zona rural el porcentaje de muchachas entre los 10 y los 20 años con infección del virus VIH ha descendido del 4,5% de 1989-1990 al 1,4% en 1995-1997, dato ofrecido por las Naciones Unidas en julio de 2000 (UNAIDS)».

«Hemos querido favorecer un proyecto de recuperación en un país flagelado para manifestar que con buena voluntad y la ayuda de muchos se pueden obtener resultados serios en este sector».

La señora Rose Busingye de la asociación «Meeting Point» de Kampala, comprometida particularmente en la asistencia de los «huérfanos del sida», fue la encargada de ilustrar en la rueda de prensa la situación concreta que pretende afrontar el proyecto del Papa.

Busingye, que es enfermera, mostró cómo el virus VIH rompe la antigua solidaridad tribal que se hacía cargo de los enfermos o de sus huérfanos en muchas culturas africanas. En el caso del sida es diferente, aclaró. Los enfermos son marginados. Sólo la «familia», en el sentido estricto, ofrece su ayuda.

Para Rose Busingye la atención al enfermo de sida no es sólo una cuestión médica. Puso un ejemplo que ha vivido personalmente. Se trata del caso de Alice, una mujer que en el momento en que la conoció tenía 46 años y estaba enferma de sida desde hacía una década. Al perder a su marido se había quedado sin referencia existencial, sin sentido, a pesar de tener seis hijos. Ahora han pasado 8 años desde el primer encuentro con «Meeting Point». Alice ahora se dedica a atender a enfermos de sida, en especial a los niños, y «¡pesa noventa kilos!», reveló Rose. Una precisión que es mucho más eficaz que un parte médico.

Busingye insistió en la necesidad de la cercanía especialmente en el caso de los huérfanos. Explicó que en varias ocasiones niños de diez años le han dicho: «Cuando me vaya a morir, tu me cogerás la mano; entonces no tendré miedo de la muerte».

El trabajo de Rose se convirtió en el tema de un reportaje realizado por la revista internacional «Science» (junio de 2000) firmado por John Cohen.

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ZENIT Staff

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