Al recibir esta mañana a una delegación de misioneros de San Carlos, más conocidos como Scalabrinianos, dedicados por carisma a la asistencia de los inmigrantes, que se encuentran realizando su capítulo general, el Papa les exhortó en particular a abrirse a los inmigrantes que no son de religión cristiana.

«El número creciente de emigrantes no cristianos --dijo-- no puede dejar indiferentes a las comunidades eclesiales llamadas a anunciar y a testimoniar el amor salvífico del Padre». Se trata de un fenómeno típico de todos los países de Europa, que recibe una gran afluencia de inmigrantes musulmanes y de otras religiones, pero que también se verifica en Estados Unidos.

«La presencia de los emigrantes ha transformado muchos países en sociedad multiétnicas y multiculturales --constató Juan Pablo II--. Esta diversidad es percibida con frecuencia como una amenaza a la identidad cultural y religiosa de los países de acogida. De aquí nacen actitudes xenófobas, que llevan en sí el peligro de tensiones y de incomprensiones, dañinas para la paz social. Frente al riesgo de enfrentamientos étnicos, todos están invitados a replantearse la coexistencia social en términos de diálogo y de convivencia».