CIUDAD DEL VATICANO, 23 feb 2001 (ZENIT.org).- Terminado el consistorio de creación de 44 nuevos cardenales, Juan Pablo II mira al futuro de la Iglesia y con entusiasmo hace un llamamiento a sus hombres: «¡Ahora es el momento de echar las redes hasta lo más hondo!»

Terminadas las dos grandes ceremonias del 21 y el 22 de febrero, hoy era un día de encuentros más informales en los que el Santo Padre recibió a los nuevos purpurados acompañados por sus familiares. Cuarenta y cuatro cardenales con sus amigos y familia son muchos. En total, eran unas cinco mil personas. Por eso, el Papa, les saludó por grupos lingüísticos y para cada uno tuvo una palabra particular.

El pontífice explicó la importancia de que los nuevos cardenales se conviertan en misioneros, pues «vivimos en un tiempo en el que la gente está hambrienta de las realidades más profundas del espíritu».

«Con el inicio del nuevo milenio --aclaró--, ha llegado el momento para nosotros de renovar nuestro compromiso con la misión que nos ha confiado Cristo, una misión arraigada en la profundidad de la contemplación».

En efecto, concluyó, la misión no es auténtica si antes no se ha contemplado «el rostro de Jesucristo».

Cuando el Papa saludó a los seres más cercanos de los cardenales, a más de alguna señora se le escaparon las lágrimas. A ellas les dedicó más atención y cariño. Después se despidió con un saludo común para todos: «Mantened fija la mirada en Cristo, sacando de su Corazón la abundancia de gracia y de consuelo, siguiendo el ejemplo de los intrépidos servidores de la Iglesia que a través de los siglos han dado gloria a Dios con el ejercicio heroico de las virtudes e inquebrantable fidelidad al Evangelio».