CIUDAD DEL VATICANO, 22 feb 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II concelebró esta mañana la eucaristía junto a los 44 obispos y sacerdotes que ayer elevó a la dignidad cardenalicia. Al final de la celebración, como es tradición, les entregó el anillo cardenalicio, signo de la unidad con Cristo y el Papa.

Era un día particular. La liturgia católica recordaba la Cátedra de San Pedro, imagen del ministerio del obispo de Roma, símbolo de la comunión en la Iglesia. Pensando en esta celebración y en este día, el Papa había decidido convocar el consistorio para el día de ayer.

Pero la fiesta contrastaba con la división de los cristianos en diferentes confesiones. Por eso, tras recordar que «la comunión plena y visible de todas las comunidades es el deseo ardiente de Cristo», el Santo Padre subrayó que para «esta finalidad primaria los cardenales, sea como Colegio que individualmente, pueden y deben ofrecer su preciosa contribución. Ellos son los primeros colaboradores del ministerio de unidad del Romano Pontífice».

De este modo, invitó a los purpurados a rezar para que en el nuevo milenio se restablezca la plena comunión entre los cristianos, divididos en diferentes Iglesias y comunidades. Se trata, como ha dicho en otras ocasiones este Papa, del escándalo más grande de la historia del cristianismo.

«Que el Espíritu Santo --deseó-- dé a todos los creyentes la luz y la fuerza necesarias para realizar el ardiente deseo del Señor. Os pido que me asistáis y colaboréis de todos los modos posibles en esta difícil misión».

La entrega del anillo fue, sin duda, el momento más característico de la ceremonia. Antes de hacerlo, el Papa explicó a los nuevos cardenales que este gesto pone «de relieve el vínculo especial que os une a esta Sede Apostólica».

«Hoy, Cristo os repite a cada uno de vosotros --añadió--: "He rezado por ti", para que tu fe no decaiga en las situaciones en las que pueda ser sometida a una mayor prueba tu fidelidad a Cristo, a la Iglesia, al Papa».

«¡Que esta oración, que brota incesantemente del corazón del Buen Pastor --concluyó--, sea siempre vuestra fuerza! No dudéis de que, como para Cristo y para Pedro, también será así para ustedes: su testimonio eficaz estará siempre marcado por la Cruz. La Cruz es la cátedra de Dios en el mundo».

A partir de mañana, algunos cardenales comenzarán a tomar posesión de las iglesias de Roma que les han sido asignadas por el Papa (los cardenales, en el origen, eran sacerdotes que colaboraban con el obispo de Roma). A las 16:30 lo hará el cardenal arzobispo de Nueva York, Edward Michael Egan, quien ha recibido la iglesia de los Santos Juan y Pablo en la plaza de Roma que lleva el mismo nombre. También mañana, a las 17:30, el cardenal Avery Dulles, conocido teólogo jesuita de Estados Unidos, tomará posesión de la iglesia de los Santísimos Nombres de Jesús y de María.

El sábado por la mañana, a las 10:30 hará lo mismo el arzobispo de Lima, el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, quien ha recibido la iglesia de San Camilo de Lelis y, en la tarde, el cardenal argentino Jorge Maria Mejía, archivista y Bibliotecario de la Santa Romana Iglesia, tomará posesión de San Jerónimo de la Caridad.

El domingo 25 de febrero, a las 11:00, el arzobispo de Bogotá, el cardenal Pedro Rubiano Sáenz tomará posesión del título presbiterial de la parroquia de la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo.